Newtown vivirá en la intimidad el primer aniversario de la matanza

EFE

INTERNACIONAL

Veinte niños y seis adultos fueron asesinados a sangre fría por un joven perturbado

13 dic 2013 . Actualizado a las 23:52 h.

La pequeña ciudad estadounidense de Newtown vivirá mañana, sábado, en la intimidad y el recogimiento el primer aniversario del horror causado por la matanza en la escuela Sandy Hook, en la que 20 niños y seis adultos fueron asesinados a sangre fría por un joven perturbado.

En un intento de no reabrir esa pesadilla, las autoridades no van a convocar ningún acto en recuerdo de las víctimas, y también han pedido expresamente a la prensa, especialmente a las cadenas de televisión, que no vayan el sábado a esta ciudad del estado de Connecticut (noreste de Nueva York).

De hecho, el ayuntamiento ha solicitado a empresas, particulares e iglesias que no permitan que las camionetas de las cadenas de televisión aparquen en terrenos de su propiedad, y varias de las cadenas (al menos NBC, ABC y CNN) han anunciado ya que no piensan emitir desde la población.

Muchos familiares de las víctimas han avanzado a sus amigos o vecinos que se irán de la ciudad durante el fin de semana para evitar revivir el drama.

Las familias de los niños supervivientes en las clases tiroteadas han adelantado que no harán declaraciones, mientras que otros habitantes han señalado estos últimos días que no quieren que les asalten cámaras y micrófonos.

«Deseamos fervientemente que las muchas personas que tienen buenos deseos hacia nosotros, y los medios de comunicación, nos dejen este momento para estar solos y tranquilos», ha escrito la alcaldesa, Patricia Llodra, en su blog.

La tragedia impactó de forma dramática a esta idílica ciudad de 28.000 habitantes, que no quiere volver a recordar esos días de caos y dolor, por lo que se ha preferido honrar a las víctimas de forma «tranquila, personal y respetuosa», añadió Llodra.

El 14 de diciembre de 2012, Adam Lanza, de 20 años, mató a tiros a su madre, Nancy, en la casa en la que ambos vivían, y luego se dirigió fuertemente armado a la escuela, donde entró disparando sobre la puerta.

A continuación, asesinó a la directora y la psicóloga del centro, y posteriormente entró en dos clases de primer curso y mató a dos maestras, dos ayudantes y 20 niños de 6 y 7 años.

Tras realizar 150 disparos en apenas cinco minutos con un fusil de asalto semiautomático, Lanza se suicidó cuando llegó la policía, aunque tenía abundante munición y más armas (dos pistolas semiautomáticas).

El presidente de EE.UU., Barack Obama, viajó a Newtown para asistir a una conmovedora ceremonia y la ciudad fue invadida durante días por periodistas de todo el mundo y hasta curiosos.

La escuela fue demolida, y la Newtown Action Alliance creada tras el tiroteo ha organizado viajes cada tres meses a Washington (el jueves por la noche organizó una vigilia en la Catedral Nacional de la capital) para solicitar medidas de control de armas.

La ciudad y los familiares de las víctimas ya revivieron parte del horror el pasado 26 de noviembre cuando la fiscalía del distrito presentó el informe sobre el tiroteo, en el que se reconoce que probablemente jamás se conocerán los motivos del autor.

Y el recuerdo fue aún peor cuando un juez aceptó una petición de la prensa para que la semana pasada se hicieran públicas (en contra de los deseos de la fiscalía y de la ciudad) las llamadas telefónicas a los servicios de emergencia realizadas desde la escuela.

La alcaldesa ya fue crítica con esa divulgación, argumentando que «escuchar esas llamadas nos devuelve a un día de horror y tragedia».

Según el informe, de 48 páginas, Adam Lanza padecía síndrome de Asperger, una variante del autismo que le ocasionaba muchos problemas de interacción social, agravados en los últimos meses, en los que sólo se comunicaba con su madre por correo electrónico aunque vivían en la misma casa.

Además, el joven era muy aficionado a los videojuegos violentos, tenía obsesión por las matanzas colectivas (se encontró en su habitación mucho material relacionado con estos sucesos) y su madre le había enseñado a manejar y disparar armas.