La renovación iberoamericana nace coja

Ander Azpiroz CIUDAD DE PANAMÁ / COLPISA

INTERNACIONAL

20 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

«Sin duda alguna, un colosal éxito, uno más de nuestra diplomacia, una cumbre en la que no hay ?ni el Tato? y en la que España tiene una enorme responsabilidad». Estas palabras, cargadas de ironía, fueron pronunciadas por Mariano Rajoy tras la Cumbre Iberoamericana de Costa Rica de 2004, una edición a la que no asistieron siete de los 22 jefes de Gobierno que integran la Comunidad Iberoamericana. La intención del entonces líder de la oposición no fue otra que la de afear a Rodríguez Zapatero su supuesta falta de influencia en América Latina.

Nueve años después y con Rajoy al frente del Ejecutivo a Panamá no acudieron ni ?el Tato? ni otros once jefes de Gobierno, entre ellos los de los países sudamericanos más importantes, como Brasil, Argentina, Chile, Perú o Venezuela. Estas ausencias vienen a evidenciar que a la mayoría de países latinoamericanos no les importa si en España gobierna Rajoy o Zapatero. Simplemente las cumbres iberoamericanas han perdido interés para ellos en beneficio de iniciativas regionales como Mercosur, Unasur, la Alianza del Pacífico o ALBA.

La ausencia de la brasileña Dilma Rousseff resultó la más significativa ya que su país ejerce de motor económico de la región. Rousseff se encuentra más preocupada por los problemas internos o por defender sus intereses nacionales en Mercosur que por el devenir de una Comunidad Iberoamericana en la que no ha terminado de encontrar su encaje.

El Gobierno popular ha sacado pecho en reiteradas ocasiones por la reconducción de unas relaciones con América Latina que, mantiene, fueron maltratadas por Zapatero. A tenor de los hechos no parece que sus esfuerzos hayan servido para añadir atractivo a una Comunidad Iberoamericana que España lideró durante dos décadas y a la que ahora entre los grandes países solo parece mantenerse fiel México.

La Cumbre se clausuró ayer tras la sesión plenaria de jefes de Estado y de Gobierno con la aprobación de las medidas que deben renovar el formato de reuniones con el fin adecuarlo a la realidad actual. Los mandatarios dieron el visto bueno a iniciativas previstas como la celebración bianual de las cumbres o el fortalecimiento de la Secretaria General Iberoamericana, para la que también habrá que elegir en los próximos meses quien sustituirá al uruguayo Enrique Iglesias, quien tras ocho años abandona el cargo. Pero la renovación nace coja tras tantas ausencias.