Bruselas recuerda a Roma que debe vigilar su frontera

Cristina Porteiro
Cristina Porteiro BRUSELAS / E. LA VOZ

INTERNACIONAL

Evita criticar la ley italiana que castiga la ayuda en alta mar

05 oct 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Las aguas que bañan la costa de Lampedusa aún abrigan decenas de cuerpos de los desaparecidos en el naufragio. Los gritos de auxilio de los que trataban de llegar a Europa no llegaron a tiempo a Bruselas, el corazón de la UE. Pasaron dos años desde que Italia lanzó las primeras señales se socorro. Sus socios y las instituciones comunitarias hicieron oídos sordos.

La Comisión Europea, sin embargo, lo niega. Su portavoz de Interior, Michele Cercone, se defendió asegurando que «hemos atendido a todas las peticiones de ayuda», sin dar explicaciones claras al respecto y apuntando a los Estados como responsables de la deficiente política migratoria en la Unión. En su opinión solo ellos son responsables de vigilar sus fronteras.

«Propusimos que a la hora de recibir refugiados, la responsabilidad fuese compartida entre todos los Estados miembros y fue rechazada por ellos mismos», lamentó Cercone. Tampoco aclaró si la Comisión pondrá en marcha un plan que incluya corredores humanitarios y se limitó a volcar de nuevo en los Gobiernos nacionales toda responsabilidad.

Después de recitar el manual de excusas preparado para la ocasión, no sorprendió a nadie que Bruselas tampoco se manifestase respecto a la ley italiana Bossi-Fini por la cual un marinero puede ser acusado de colaborar con la inmigración ilegal si auxilia a un indocumentado en el mar. «No podemos hacer nada al respecto, es una cuestión que atañe a Italia», afirmó Cercone. Apuntó que existe una obligación de socorro en alta mar recogida en el derecho marítimo internacional, pero para apuntalar la defensa argumentó que «no somos competentes, hay otros organismos que pueden valorar si hubo o no denegación de auxilio».

La comisaria de Interior, Cecilia Malmström, prometió intensificar los esfuerzos en la lucha contra las mafias que operan desde el Norte de África poniendo en marcha el programa Eurosur, con el objetivo de mejorar la coordinación entre países y detectar más buques. Las dudas sobre la eficacia de estas medidas son legítimas: la UE acaba de aprobar unos presupuestos ínfimos para los próximos siete años y «las prioridades son otras», tal y como apuntan fuentes españolas en Bruselas.

A la vergüenza por lo ocurrido se sumó el presidente de la Eurocámara, Martin Schulz, que pidió «asumir la responsabilidad» y mostrar «solidaridad con Italia y los refugiados». Pese al mea culpa, reconoció que es necesario unir esfuerzos entre los Estados miembros y crear una política migratoria conjunta dejando de lado los intereses nacionales.