Dimite el ministro de Relaciones Exteriores de Brasil por la fuga de un senador boliviano

EFE BRASILIA

INTERNACIONAL

Antonio Patriota abandona su cargo después de que se conociese la complicidad brasileña en la fuga del político opositor a Evo Morales

27 ago 2013 . Actualizado a las 22:29 h.

El ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Antonio Patriota, ha dimitido de su cargo este lunes, un día después de que el diplomático Eduardo Saboia admitiese haberle facilitado la salida de Bolivia a un senador opositor a Evo Morales, Roger Pinto Molina, que había estado refugiado en la embajada brasileña durante 455 días.

Patriota será sustituido por el actual representante de Brasil en la ONU, Luiz Alberto Figueiredo, famoso por su habilidad como negociador internacional y experto en temas de medio ambiente y desarrollo.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, calificó hoy de «inaceptable» que el senador boliviano haya salido de su país y llegado a Brasil sin un salvoconducto del Gobierno de Evo Morales, pues podría haber corrido peligro su vida.

«Un país civilizado y democrático protege a sus asilados, a los que debe garantizar la seguridad, sobre todo en relación a su integridad física», dijo Rousseff, quien apuntó que «jamás se podría aceptar» que Pinto abandonase su país sin un salvoconducto del Gobierno boliviano, pues «no se podía poner en riesgo su vida».

La salida de Pinto de Bolivia, con clara complicidad brasileña, ha estremecido las relaciones entre ambos países y este lunes causó la renuncia del ministro de Relaciones Exteriores de Brasil, Antonio Patriota.

Según dijo Rousseff a periodistas, «no tiene ningún fundamento que un Gobierno de cualquier país del mundo acepte someter a una persona que está bajo asilo a algún riesgo».

«Si no pasó nada no es la cuestión. Pero podría haber pasado», aseguró la mandataria sobre la salida de Pinto, facilitada por funcionarios de la embajada brasileña en La Paz, en la que estaba alojado desde el 28 de mayo de 2012.

Pinto fue trasladado hasta la ciudad brasileña de Corumbá por tierra, en un coche diplomático escoltado por soldados brasileños, en un viaje que demoró unas 22 horas, según ha revelado el senador brasileño Ricardo Ferraço, quien también colaboró con su salida.

Según Rousseff, «un Gobierno no negocia con la vida», sino que «protege vidas», y Brasil «no podía poner en riesgo la vida» de una persona que está bajo su custodia.

La presidenta también dijo que el ministro de Defensa, Celso Amorim, «explicará» la participación en el hecho de dos fusileros navales brasileños, que escoltaron a Pinto en su viaje hasta la ciudad de Corumbá.

La complicidad brasileña en la salida del senador Pinto, quien está acusado en Bolivia por diversos delitos de corrupción, ha sido confirmada por el encargado de negocios de la embajada, Eduardo Saboia, quien dijo que colaboró por «razones humanitarias».

Al justificar su actuación, Saboia dijo que había optado por proteger a una persona, a un «perseguido político», al que comparó con la propia Rousseff, de quien dijo que «fue perseguida» durante la última dictadura brasileña.

«Me sentía como si el DOI-Codi (sede de un órgano de represión de la dictadura brasileña en el que los detenidos eran torturados) estuviese al lado de mi sala de trabajo», dijo Saboia en alusión a la situación en que se encontraba Pinto en la embajada después de más de 450 días alojado en una oficina.

Rousseff, quien fue torturada durante la dictadura, reaccionó hoy frente a esa comparación con una absoluta indignación.

«Yo estuve en el DOI-Codi. Yo supe lo que era el DOI-Codi y puedo asegurar que es tan distante el DOI-Codi de la embajada brasileña en La Paz como es distante el cielo del infierno. Literalmente», afirmó la presidenta, visiblemente irritada.