Algo más que meras susceptibilidades del perdedor oficial

Julio Á. Fariñas REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Una mujer pasa por delante de un muro con una pintada alusiva a las irregularidades en las elecciones ganadas por Maduro.
Una mujer pasa por delante de un muro con una pintada alusiva a las irregularidades en las elecciones ganadas por Maduro. R. ARBOLEDA < / span>afp< / span>

18 abr 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

En las contiendas electorales que se han celebrado en las últimas décadas en Venezuela, uno de los países con mayor tradición democrática de América Latina, en más de una ocasión se produjo un resultado ajustado como el del pasado domingo. En la cuarta república -la anterior al primer triunfo de Chávez- algún presidente lo fue gracias a un segundo recuento de los votos. Y ello sin que se hubiesen denunciado grandes irregularidades en el proceso.

En los comicios celebrados desde la llegada del difunto comandante a la presidencia, en especial después del referendo revocatorio de agosto del 2004, fue un argumento recurrente de los perdedores. En la mayoría de los casos resultaba poco convincente, a la vista de la abultada diferencia de votos entre las opciones. Entonces el quid de la cuestión no era el proceso electoral sino la desigualdad de armas con la que competían ambos bandos.

Las cosas empezaron a cambiar en las presidenciales del pasado 7-O, en las que la denominada operación Remolque -carretaje de votantes- pudo haber sido determinante. La celeridad con la que Capriles reconoció entonces el triunfo de Chávez le costó un chorreo de críticas por parte un un amplio sector de sus seguidores.

Lo del pasado domingo, solo con repasar poco más de media docena de las 3.200 irregularidades denunciadas por la candidatura de Capriles ante el Consejo nacional Electoral (CNE), salvo que se demuestre que son falsas, serían suficientes para que cualquier árbitro con un mínimo de decencia anulase las votaciones donde se hayan constatado.

Estas son las más relevantes: Testigos opositores retirados por la fuerza, algunos a punta de pistola, en 286 centros con un total de 722.983 electores electorales. Más de 600.000 personas fallecidas siguen inscritas en el censo electoral. Hay votantes de hasta 120 años. Violencia y amedrentamiento en los alrededores en 397 centros de votación. Voto asistido (vigilado) en 564 centros. Inusual crecimiento de votos, de hasta un 943 %, para Maduro en algunos centros de votación respecto a los resultados que obtuvo el fallecido Hugo Chávez en las elecciones del 7 de octubre.