El exilio venezolano en Miami, abatido por la victoria de Maduro: «Todavía no me resigno»

Daniel García Marco (DPA) MIAMI

INTERNACIONAL

En cuanto se conocieron los resultados, la fiesta se acabó, la música cesó y sólo quedó tristeza, rabia e indignación

15 abr 2013 . Actualizado a las 11:00 h.

De repente, el silencio. Cuando el exilio venezolano en Miami, abrumadoramente a favor del opositor Henrique Capriles, conoció los apretados resultados que daban el triunfo en las elecciones presidenciales a Nicolás Maduro, la fiesta se acabó, la música cesó y sólo quedó tristeza, rabia e indignación.

«Todavía no me resigno», dijo a la agencia dpa Giovani Molina, de 29 años y vestido con la camiseta vinotinto de la selección venezolana de fútbol.

Molina no podía creer aún que era Maduro quien celebraba el triunfo en la pantalla gigante situada en el aparcamiento del restaurante «El Arepazo», lugar de reunión del exilio venezolano en Doral, junto a Miami.

Cientos de personas que no pudieron seguir a los miles de compatriotas desplazados hasta Nueva Orleans para votar se juntaron para seguir la jornada electoral y unos resultados que se demoraron, lo que aumentó la incertidumbre y la angustia.

«Se van a caer las paredes cuando digan que ganó Capriles», decía optimista una de las presentes en la larga fila para pedir unas arepas (tortillas venezolanas), empanadas y cervezas o refrescos.

Un cartel en el que se veía al candidato opositor sobre la leyenda «Capriles Radonski Presidente» no dejaba dudas de lo que deseaban los presentes. Ni rastro de chavistas.

En los altavoces sonaba una cumbia que cantaba «No hay mal que 100 años dure ni cuerpo que lo resista» y cuando aparecían las imágenes del Consejo Nacional Electoral se gritaba: «Se ve, se siente, Capriles presidente».

Cuando se conocieron los reultados, sin embargo, se hizo el silencio: Maduro había ganado. Después, algunas lágrimas. «Vámonos que mañana hay que trabajar», dijo una mujer, dando por concluida la fiesta.

«Horrible, horrible, horrible, no lo esperábamos»

«Horrible, horrible, horrible, no lo esperábamos», afirmó a dpa Pina Cataldi, de 55 años y vestida con una camiseta con los colores de la bandera de Venezuela. «Creo que eso no fue lo que pasó», dijo, coincidiendo con unos tímidos gritos de «fraude, fraude».

«Estábamos emocionados porque pensábamos que íbamos a ganar. Ha sido un golpe en el corazón», dijo Cataldi mientras de fondo se escuchaba el discurso de Maduro.

Cataldi se aferró al anuncio del recuento a mano para esperar un vuelco. «Espero que esos resultados cambien», dijo.

«Estoy totalmente sorprendido, esperábamos otros resultados, ahora hay que esperar el recuento manual y que sea lo opuesto.

No podemos seguir en esta locura de país», dijo Molina, que no quería aún pensar en una victoria definitiva del oficialista Maduro, sucesor del fallecido Hugo Chávez.

«Es una pesadilla de la que pronto vamos a despertar», deseó, lamentando la «división y discordia que ha creado este sistema».

Más calmado, Reinaldo Ugarte, de 62 años, llamó a la unidad entre un pueblo dividido en dos mitades. «Se debería llegar a un momento en el que esos dos grupos se fusionen para que haya un país en calma. Un país polarizado no puede ir bien».

Leo López, de 53 años, también espera que el escrutinio manual voto a voto pueda producir un cambio y avaló la teoría del fraude antes de que Capriles asegurara que no reconoce los resultados.

«Si nos roban las elecciones, el país no va a durar mucho, tres o cuatro meses», predijo antes de marcharse a casa como otras muchas decenas de personas entre la tristeza y la mínima esperanza de que algo pueda llegar a cambiar aún.