Merkel contra Thatcher: porqué Angie no es igual a Maggie

Leoncio González REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

Las diferencias entre Merkel y Thatcher ganan a las semejanzas

12 abr 2013 . Actualizado a las 11:44 h.

Se ha querido concluir de que ambas son mujeres, de derechas, y de que han perseguido sus fines con determinación, diciendo muchas veces no o nein en Bruselas, que Margaret Thatcher y Angela Merkel son intercambiables, como si hubieran sido forjadas en el mismo molde. Sin embargo, nada puede ser más engañoso. La británica fue una nacionalista tenaz que soñó hasta el fin de sus días en Downing Street con devolver a Londres la primacía de su época imperial. Por tal motivo, se opuso a la reunificación alemana y obstaculizó en lo que pudo la integración europea, sembrando con ello el conflicto que la apartó del poder y que legó una agenda euroescéptica a sus sucesores que llega hasta hoy.

Hay evidencias que permiten pensar que las decisiones impuestas por la canciller a sus colegas de la UE pueden haber agravado la intensidad y la duración de la crisis en la que metieron al continente los defectos de diseño del euro, pero, en cambio, no se puede decir de ella que sea antieuropeísta y que tenga por fin retornar al marco o resucitar la Alemania guillermina. Obviamente, condiciona y obstaculiza los remedios propuestos por los socios que no coinciden con los intereses de su país o con la ideología que ella profesa. Pero la situación de dominio alcanzada por Alemania es ajena a su voluntad. Se trata más bien de lo que los sociólogos denominan un «efecto indeseado» de la moneda única antes que de un desenlace buscado por Berlín.

Maggie (la Thatcher) fue una atlantista nata que sacó a los tories del centro y los escoró a la derecha, sin rehuir la confrontación con adversarios o compañeros de partido en el momento en que le oponían resistencia. Merkel no ha dudado en plantar cara a EE.UU. y en abrir un pequeño cisma en Occidente sobre la forma de salir de la crisis. No se movió del centro y tampoco ha puesto reparo a gobernar con la socialdemocracia. Es más, aceptó como propios planes heredados de ella, como la Agenda 2010, elaborada por su antecesor Schröder.

Como toda ordoliberal que se precie, Angie tiene una obsesión por establecer normas y fijar reglas que se encuentra a años luz de la desregulación incentivada por el thatcherismo. Margaret no dudó en utilizar la guerra con fines electorales, como han subrayado los analistas que se ocuparon de su figura al recordar que se dirigía a una derrota segura tras su primera legislatura de no ser por la victoria sobre los militares argentinos en Las Malvinas. Hasta el momento Merkel se ha mantenido fiel a la tradición pacifista de la República Federal, como prueba su negativa a participar en la operación aliada para ayudar a los rebeldes libios contra Gadafi.

Una última diferencia entre estas dos mujeres del poder que resumen el zeitgeist o espíritu de su época. Pese a la germanofobia que la describe muchas veces como una reencarnación del nazismo, Angela no ha apoyado nunca a ningún dictador. El cariño personal y el respaldo político que prestó a Pinochet extienden una mancha imborrable sobre el historial de lucha por la libertad de Margaret.