Túnez, paralizada por una huelga, despide al opositor asesinado

Rosa Paíno
Rosa Paíno REDACCIÓN / LA VOZ

INTERNACIONAL

El funeral se convierte en una protesta contra el poder de los islamistas

09 feb 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El funeral del opositor tunecino asesinado Chokri Belaid se convirtió ayer en una multitudinaria protesta contra los islamistas en el poder en un país paralizado por la huelga general convocada por los partidos laicos y la Unión General Tunecina del Trabajo (UGTT). A pesar del imponente dispositivo de seguridad, formado por militares, antidisturbios y encapuchados armados de palos, se produjeron disturbios en la capital y otras ciudades como Sidi Buzid, la cuna de la revolución, y los centros industriales y mineros de Sfax y Gafsa. El primer ministro, el islamista moderado Hamadi Jebali, sigue decidido a formar un gabinete de tecnócratas, pese a la oposición del ala radical de su partido, Ennahda. «Ese gobierno está casi listo», afirmó ayer.

Una multitud acompañó al vehículo militar que llevó el ataúd de Belaid, envuelto en una bandera nacional, desde el centro cultural Jebel al Jalud, suburbio industrial donde vivía y donde fue asesinado de tres tiros, al atestado cementerio de El Jellaz. La viuda, Besma Belaid, hizo el signo de la victoria a la salida del féretro, mientras la multitud gritaba «El pueblo quiere una nueva revolución». En medio del caos, su hija, de ocho años, se desmayó.

En el camposanto, los antidisturbios redujeron con gases lacrimógenos a jóvenes que incendiaron coches y agredieron a civiles y policías, según AFP

«Descansa en paz Chokri, seguiremos tu camino» recitó en una oración fúnebre Hama Hamami, líder del Frente Popular, la coalición de partidos de izquierdas y nacionalistas a la que pertenecía Chokri Belaid.

Los gritos de «Alá es grande» y «Nos sacrificaremos por los mártires» coreados por los asistentes se entremezclaron con consignas contra Ennahda, al que se acusa de estar detrás del primer asesinato político en Túnez desde la primavera árabe. «El pueblo quiere la caída del régimen», vociferó la muchedumbre, según recogen las agencias y Al Yazira. «Ghanuchi asesino», se oyó también en referencia al líder islamista.

La capital amaneció casi vacía por la huelga, que provocó la anulación de todos los vuelos en el aeropuerto de Túnez-Cartago, el principal del país. El transporte público apenas funcionó y los bancos, comercios, tiendas y cafés permanecieron cerrados.

La huelga general, la primera desde la caída del dictador Ben Alí, se produce en medio del descontento por los altos índices de desempleo y pobreza, los dos factores que hicieron estallar la mecha de la revolución. La UGTT siempre ha desempeñado un papel clave, pero desde la llegada al poder de Ennhada está tomando el lugar de los partidos opositores. «Ha decidido permanecer junto con la sociedad civil, en toda su diversidad, para defender no solo a las masas trabajadoras, sino, sobre todo, la república y sus instituciones», según Hela Yousfi, profesor en París y autor de El papel de la UGTT en el corazón de la revolución tunecina.