Adam Lanza, de 20 años, irrumpió en el centro provisto de tres armas con las que asesinó a 20 niños y seis adultos antes de suicidarse
15 dic 2012 . Actualizado a las 20:19 h.Adam Lanza, un joven de 20 años, entró ayer por la fuerza en una escuela de primaria de Newtown, en Connecticut, cubierto por un chaleco antibalas y provisto de tres armas para perpetrar la segunda peor masacre en un centro educativo ocurrida en Estados Unidos, solo superada por la que cometió el estudiante Cho Seung en el centro universitario Virginia Tech. en el 2007, en la que murieron 32 personas.
Después de asesinar a su madre en casa, el joven se dirigió al colegio en el que ella trabajaba como profesora y asesinó a 20 niños, de edades comprendidas entre cinco y diez años, y seis adultos. Finalmente se suicidó de un disparo. Todas las víctimas de la peor masacre cometida hasta ahora en un colegio estadounidense están identificadas y la lista de nombres se publicará en cuanto se cierren las investigaciones de los cadáveres, según el portavoz de la policía de Connecticut, Paul Vance.
El tiroteo fue breve, duró escasos minutos, y ocurrió en un pasillo y dos aulas de la escuela, generando escenas de pánico. Mientras disparaba a sus víctimas (realizó aproximadamente un centenar de disparos), el resto de alumnos huía entre gritos y sollozos, se escondía en taquillas o debajo de las mesas, en una escena que algunos testigos han descrito como horrenda, según informa The New York Times.
«La policía nos dijo que nos abrazáramos unos a otros, nos cogiéramos de la mano y cerráramos los ojos. Solo los abrimos al salir del colegio», explicaba ayer una niña de nueve años al diario local Hartford Courant cómo había vivido la tragedia.
El tiroteo comenzó alrededor de las tres y media de la tarde, cuando Adam Lanza entró por la fuerza en el colegio, que recientemente había implementado un nuevo sistema de seguridad y restricción de acceso. La subdirectora fue la única víctima que solo sufrió heridas, por lo que se sospecha que los disparos, trágicamente certeros, fueron realizados a quemarropa con un rifle similar a los utilizados por las tropas de Estados Unidos en Irak y Afganistán.
Los investigadores han logrado en la escuela y en la casa del autor «pruebas muy buenas» para esbozar «una imagen completa de lo que ocurrió», añadió Vance, aunque rehusó entrar en detalles. El portavoz policial tampoco quiso hablar aún sobre los posibles motivos del tiroteo. La subdirectora de la escuela, la única persona que resultó con heridas, está evolucionando bien y será «clave» en la investigación.
Algunos testigos dijeron que el autor entró en la escuela rompiendo un cristal. La policía de Newport explicó que se ha confirmado que los empleados de la escuela «no le dejaron entrar voluntariamente», pero tampoco quiso ofrecer más detalles. Sí confirmó que todas las armas que tenía legalmente la madre del autor (dos pistolas y un rifle, todas ellas semiautomáticas) fueron encontradas en la escena de la masacre.
Inicialmente varios medios estadounidenses indicaron que el autor era su hermano, Ryan Lanza, pero las autoridades confirmaron que éste último no está implicado en el trágico tiroteo. La policía también ha interrogado a su padre, divorciado de la madre desde el año 2007, aunque tampoco han encontrado relación alguna con los crímenes.
Adam Lanza había crecido en Newtown, según la información que recoge The New York Times, donde se le recordaba como un chico inteligente, tímido y nervioso, temeroso de atraer la atención. Por el momento no se conocen los motivos que habrían llevado al joven a cometer la masacre. Según fuentes jurídicas, carecía de antecedentes penales. Un familiar anónimo de Lanza indicó que el joven padecía una clase de autismo, según ha informado CNN. Además, ABCNews asegura que el hermano de Adam, Ryan, dijo a la Policía que Adam tenía síndrome de Asperger y algún otro «trastorno de la personalidad».
El drama ha golpeado así la pequeña y pacífica localidad de Newtown, que se preparaba ya para las fiestas de Navidad vestida de luces blancas y un gran árbol decorado por sus ciudadanos (poco más de 27.000) que buscaron refugio y apoyo en los diferentes centros religiosos del lugar.