El primer ministro libanés permanece en su cargo tras el atentado de Beirut

AFP

INTERNACIONAL

El ataque con coche bomba mató al general sunita Wisam al Hasan,

20 oct 2012 . Actualizado a las 19:24 h.

El primer ministro libanés, Najib Mikati, anunció este sábado que continuará al frente del gobierno a petición del presidente tras la muerte el viernes, en un atentado en Beirut, del jefe de inteligencia de la policía.

Este sábado hubo protestas en varios puntos del país en la que murió un jeque y varios hombres bloquearon carreteras, indicaron fuentes de seguridad.

El ataque con coche bomba, que reaviva el recuerdo de los atentados que ensangrentaron hasta no hace mucho la capital, mató al general sunita Wisam al Hasan, calificado el sábado por la prensa de «punta de lanza contra el régimen sirio».

El atentado dejó ocho muertos y 86 heridos según una fuente gubernamental, pero este sábado la Cruz Roja indicó que el balance podría ser revisado a la baja.

«Le aseguré al presidente de la República que no estaba atado al puesto de jefe de gobierno. Me pidió que me quedara porque no se trata de un asunto personal sino del interés nacional», dijo Mikati tras una reunión extraordinaria del gobierno.

El viernes, después del atentado, la oposición libanesa hostil al régimen de Siria, había pedido la renuncia del primer ministro.

El presidente Michel Suleiman le pidió que se mantuviera en su cargo para evitar un «vacío político», explicó Mikati, y precisó que el jefe de estado iba a consultar con todas las fuerzas políticas antes de tomar una decisión.

El general Hasan, de 47 años, el funcionario de mayor rango asesinado desde que terminó la guerra civil en Líbano (1975-1990), desempeñó un papel clave en la investigación de numerosos atentados que sacudieron el país en los últimos años, como el del ex primer ministro Rafic Hariri, y de los cuales se ha responsabilizado a Damasco.

El hijo de Rafic, Saad Hariri, líder de la oposición hostil a Damasco, acusó sin rodeos al presidente sirio Bashar al Asad, que se enfrenta en su país a una rebelión contra su régimen, de haber instigado el atentado.

El general será enterrado el domingo en Beirut junto a la tumba de Hariri y la oposición pidió la mayor participación posible en estos funerales.

¿Lo peor está por venir?

La prensa libanesa era únanime este sábado para decir que el país podía esperarse a lo «peor» después del asesinato, el primero de este tipo desde 2008.

El asesinato «trasladó a Líbano de una orilla a otra, con todos los peligros que acechan la estabilidad y la seguridad», afirmaba el periódico An Nahar.

«La paz civil en peligro», titulaba por su parte As Safir, que calificaba al general asesinado de «artífice de la seguridad».

En reacción al asesinato, partidarios de la oposición, algunos armados, cortaron el tráfico en varias carreteras de regiones libanesas de mayoría sunita. En Trípoli (norte) hubo tiroteos entre los barrios rivales sunitas y alauitas de la ciudad. 

El jeque Abdel al Asmar, miembro de Al Tawhid, un grupúsculo sunita pero cercano al Hezbolá chiita, murió de madrugada en los tiroteos, informó un responsable de los servicios de seguridad.

La última gran operación del general asesinado fue la detención el pasado 9 de agosto del exministro Michel Samaha, partidario del régimen sirio, acusado de haber introducido explosivos en Líbano para llevar a cabo atentados por orden de Alí Mamluk, el jefe de los servicios secretos sirios.

El general era la bestia negra de Damasco desde el asesinato de Hariri en 2005. En octubre de 2010, la justicia siria ya emitió una orden de detención en contra de 22 personalidades libanesas, entre ellas el general Hasan, por falso testimonio.

El atentado de Beirut, que dejó muchos daños materiales, reavivó la memoria de los años negros de la guerra civil y de los atentados.

El ataque fue condenado por la comunidad internacional, incluyendo Estados Unidos, el Vaticano, Francia, Canadá y México.

Damasco reaccionó de inmediato el viernes y condenó un atentado «cobarde» y «terrorista», mientras que su aliado Hezbolá denunció un intento de desestabilización.