EE.UU. apuesta a que la relación con México no cambie con Peña Nieto

La Voz AFP/JORDI ZAMORA

INTERNACIONAL

Obama telefoneó rápidamente al «presidente electo» para felicitarlo por una victoria obtenida en unas elecciones «transparentes»

03 jul 2012 . Actualizado a las 18:02 h.

Estados Unidos no tiene otro remedio que apostar a que la relación con México no cambie, en especial en lo que atañe a la lucha contra el narcotráfico, tras la victoria de Enrique Peña Nieto y el regreso del histórico PRI al poder, creen analistas.

El presidente Barack Obama llamó rápidamente al «presidente electo» Peña Nieto para felicitarlo por una victoria obtenida en unas elecciones «transparentes», explicó la Casa Blanca en un comunicado el lunes.

La victoria de Peña Nieto era asumida desde hacía meses como el escenario más probable en círculos oficiales en Washington.

La gravedad de la situación de seguridad en México marcará rápidamente la pauta, creen analistas.

«Tengo muy claro que la sociedad espera resultados inmediatos con corto plazo», declaró Peña Nieto al anunciar su triunfo.

«Yo creo que no va a cambiar la cooperación a grandes rasgos, pero (ese discurso) sí indica que hay una prioridad distinta», indicó a AFP Andrew Selee, director del Instituto Mexicano del centro de análisis Woodrow Wilson.

El riesgo de un «arreglo» mexicano con los cárteles del narcotráfico es la gran pesadilla de cualquier Gobierno estadounidense.

Pero ahora es poco probable, simplemente porque el caos de la violencia se descontroló en exceso, creen los expertos, entre ellos Carlos Ramírez, un analista de la consultora en temas de seguridad Eurasia Group.

«Los cárteles de la droga se han fragmentado de tal manera que es difícil imaginar que un gobierno (nacional) pueda negociar con alguien» con suficiente peso como para poner fin a la violencia, dice Ramírez.

México y Estados Unidos están atados por la Iniciativa Mérida de lucha contra el crimen organizado, ante la que Peña Nieto se ha mostrado tibio por la falta de resultados tangibles.

Pero esa cooperación entró en una etapa diferente, de entrenamiento de fuerzas y de apoyo a la reforma de la justicia en los estados.

Hasta ahora «los gobernadores han sido reticentes porque no les interesaba» abordar la reforma de las policías locales, a causa de la corrupción, explica Ramírez.

Durante décadas el PRI mantuvo su control del régimen político gracias al especial vínculo entre la presidencia y los gobernadores.

«No sería realista esperar que (Peña Nieto) vaya a tener a los gobernadores bajo control. Pero quizás apoye la idea de la reelección, empezando con los alcaldes, para inyectar un mínimo de responsabilidad en un régimen cuyos gobernadores y otros altos funcionarios actúan con impunidad», opina George Grayson, experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).

James Lindsay, experto del Consejo de Relaciones Exteriores, apunta como signo esperanzador que Peña Nieto nombrara a un exgeneral colombiano, Óscar Naranjo, como su consejero de seguridad.

Naranjo es un viejo conocido de la Administración Antidrogas estadounidense (DEA), el hombre «que supervisó la operación que acabó con la muerte del rey de la cocaína Pablo Escobar» en 1993, recuerda este experto.

Colombia ha sido el gran ejemplo que Estados Unidos ha presentado una y otra vez para alentar los esfuerzos del presidente saliente Felipe Calderón, que militarizó de forma polémica la lucha contra el narcotráfico.

Peña Nieto dice que sacará al Ejército de las calles, pero el desafío de fondo no está ahí, arguye Arturo Franco, experto del Centro de Desarrollo Internacional de la Universidad de Harvard.

«La reforma judicial es crítica» en un país donde nueve de cada diez delitos no son resueltos, explica Franco.

Peña Nieto se ha mostrado parco en cuanto a la política exterior de su país, en la línea tradicionalmente cauta del PRI.

Pero durante su campaña escribió: «cada doce años hay una oportunidad de reforzar los lazos entre México y Estados Unidos, cuando coinciden nuestros ciclos electorales» como sucede en 2012.

«La apuesta es que continuarán las relaciones cordiales. Pero eso no significa que no habrá puntos de disputa. Y entre esos puntos de controversia se destacan tres: las drogas, las armas y la inmigración», resume Lindsay.

Catorce millones de estadounidenses tienen origen mexicano y pueden votar en las próximas elecciones de noviembre, en las que Obama se juega la reelección.