No es la primera vez que el voto en blanco supone un 6 % de los sufragios, pero nunca hasta ahora había tenido un sentido de protesta tan claro. Los análisis en caliente apuntan inevitablemente al campo y a las regiones del este del país, donde Marine Le Pen obtuvo sus mejores resultados en la primera vuelta.
En 1969 y el 2002 se superaron proporcionalmente los dos millones de votos en blanco de esta elección presidencial. En ambos casos, el duelo final lo protagonizaron dos políticos de la derecha, Georges Pompidou y Alan Poher, y Jacques Chirac y Jean-Marie Le Pen. La izquierda gala se dividió entre el voto hacia el más moderado o el blanco.
El descontento llega esta vez de las zonas rurales marcadas por una tasa de paro superior al 10 %. En varios departamentos del nordeste del país el voto en blanco ha superado el 25 %. El electorado del Frente Nacional salvó, sin embargo, a Nicolas Sarkozy en las ricas regiones del Ródano, los Alpes y la Costa Azul.
Poco más le queda a la derecha en el nuevo mapa político de Francia, aparte de la región Centro, que conserva por medio punto, y el Franco Condado, junto a la frontera suiza.
Marsella cambia de bando
El voto socialista progresa en el resto del país, especialmente en el sur y el oeste, y en general en las grandes ciudades. Además de sus grandes bastiones de Toulouse, Rennes, Clermont-Ferrand y Grenoble, Hollande consiguió una valiosa victoria en Marsella, una ciudad gobernada por la UMP y donde el Frente Nacional es fuerte. París, que optó por Sarkozy en el 2007, le ha dado al nuevo presidente un 55,6 % de los votos.
Blancos y nulos
François Hollande ganó por 1.139.316 sufragios de diferencia. Las papeletas blancas y nulas se contabilizan, pero no se tienen en cuenta a la hora de calcular los votos emitidos. Si así fuera, ni Jacques Chirac en 1995 ni Hollande el domingo habrían obtenido la mayoría absoluta necesaria para convertirse en presidentes de la República. El Consejo Constitucional proclamará oficialmente los resultados al final de esta semana.