Cristina Fernández se da un baño de masas buscando la reelección

Agustín Bottinelli BUENOS AIRES / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Para su objetivo de cambiar la Constitución necesita apoyo popular

28 abr 2012 . Actualizado a las 06:57 h.

Coincidiendo con el aniversario de las elecciones que llevaron a Néstor Kirchner a la presidencia de Argentina en el 2003, Cristina Fernández convocó ayer un acto multitudinario como demostración de fuerza en un momento político muy caliente en Argentina. En el estadio de fútbol del club Vélez Sársfield, en Buenos Aires, la viuda de Kirchner fue la única oradora ante más de 100.000 seguidores.

Había muchas razones de peso para organizar este acto, pero una destaca sobre todas y pocos han querido reconocerla públicamente: es el lanzamiento de la postulación a una nueva reelección de Fernández a la presidencia argentina. Y para ello necesita el consenso popular que la autorice a modificar la Constitución, que no le permite presentarse a un tercer mandato. Por ello, el poderoso aparato peronista, como La Cámpora, que lidera Máximo Kirchner, hijo de la presidenta, usó todo su poder de convocatoria para llenar el estadio.

La expropiación de la petrolera YPF a Repsol ha permitido a Cristina recuperar la iniciativa política en un segundo mandato lleno de conflictos: la corrupción que salpica a su vicepresidente Amado Boudou, el accidente del metro bonaerense -que dejó 51 muertos- y la retirada de subsidios a varios servicios públicos. El golpe de efecto YPF noqueó a la oposición y es el momento de recuperar la popularidad perdida.

El jefe de gabinete, Juan Manuel Abal Medina, definió con euforia la «fiesta cristinista» al declarar que «hay mucho por festejar, para mostrar que estamos firmemente detrás del liderazgo de Cristina en el proceso de transformación del país», pero no pudo ocultar que algunas ausencias al evento están marcando nuevos vientos políticos en Argentina.

Contestación social

Hugo Moyano, el líder de la Confederación General del Trabajo, se autoexcluyó de la celebración. Distanciado de Fernández, anunció el jueves ante 40.000 seguidores: «No vamos a apoyar a quienes traicionaron a los trabajadores», dejando entrever una nueva contestación social en las calles.

El acto tiene lugar un día después de que fuera apartado el juez que investiga al vicepresidente Boudou por tráfico de influencias. El tribunal aceptó así las recusaciones presentadas por parte de un abogado amigo del vicepresidente y de uno de los imputados directos en la causa. Al magistrado Daniel Rafecas, elogiado desde el propio Gobierno por su reputación intachable y que avanzó en el caso hasta poner a Boudou al menos en una situación incómoda, lo sustituirá el juez Ariel Lijo.

Una decisión judicial que generó sospechas de manipulación de la Justicia. Una posible condena contra Boudou, el hombre que Cristina defendió y colocó a su lado con tanto énfasis, podría significar otro duro revés para la presidenta.