Sarkozy, indignado por la «traición» de varios exministros

esperanza suárez PARÍS / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

Reconoce que trató con Gadafi un plan nuclear que había negado el martes

19 abr 2012 . Actualizado a las 06:58 h.

La derecha francesa está «indignada». Uno tras otro, los ministros que Nicolas Sarkozy nombró en aras de la apertura se pasan al enemigo casi al mismo tiempo que la prensa y los economistas sacan a la luz sus lagunas de campaña. Y a solo tres días de la primera vuelta de las presidenciales francesas.

El presidente candidato cuestiona la «elegancia» de Martin Hirch y Fadela Amara, que han anunciado su apoyo a François Hollande. Saber que también le votará su predecesor en el Elíseo hace que se sienta triste, aunque Jacques Chirac haya decidido guardar silencio.

La toma de posición a favor del candidato socialista de varios antiguos ministros con Dominique de Villepin despierta las iras de los parlamentarios, que consideran unos «traidores» a Corine Lepage, Brigitte Girardin y Azouz Begag. Este último apoyaba la candidatura que el ex primer ministro no pudo llegar a presentar. La buena voluntad de Sarkozy, que dice estar «dispuesto a perdonar» a De Villepin, no ha sentado nada bien a su viejo enemigo.

Otra antigua colaboradora le ha hecho un flaco favor al candidato conservador. Chantal Jouanno, dos veces secretaria de Estado, no votará a Hollande aunque «tendría razones personales para hacerlo», porque Sarkozy la «arrastró por el fango» y la «desautorizó violentamente».

Los tránsfugas

Los dos tránsfugas socialistas más célebres de este mandato no apoyan públicamente a su antiguo partido: Eric Besson, que se encargó del agotado debate sobre la identidad nacional, sigue apostando por Sarkozy. El exministro de Exteriores Bernard Kouchner no se ha pronunciado.

Al presidente le quedan buenos amigos. Le Canard Enchaîné revela que medio centenar de sus más generosos contribuyentes a la campaña se reunieron el domingo pasado en el lujoso hotel Crillon para almorzar mientras contemplaban a la «mayoría silenciosa» que se congregaba en la plaza de La Concordia para asistir a su mitin. Una forma de recordar al electorado que el mandato de Sarkozy empezó hace cinco años en otra reunión aún criticada en el no menos lujoso restaurante Fouquet?s.

Tampoco están dispuestos los franceses a olvidar su espectacular recibimiento a Muamar el Gadafi. Nicolas Sarkozy reconoció ayer, después de haberlo negado el martes, que Francia y la Libia del dictador habían estudiado una cooperación en el campo de la energía nuclear. El proyecto giraría en torno a la construcción de una potabilizadora de agua de mar que los libios querían hacer funcionar con una central atómica de construcción francesa.

La moral tampoco estaba precisamente alta en el último consejo de ministros previo a las elecciones. El último sondeo de CSA hunde las expectativas de voto del presidente hasta el 24 %, cinco puntos por debajo de Hollande en la primera vuelta. En la segunda, este arrasaría con un 58 %. En lugar de alegrarse, el favorito está muy preocupado. «Ningún sondeo ha hecho que eligieran a nadie», asegura Hollande sin olvidar el mazazo del 2002, cuando la izquierda se desmovilizó y el ultraderechista Jean-Marie Le Pen pasó a la segunda vuelta. Las encuestas presentaban entonces un punto de diferencia entre Chirac y Lionel Jospin.

Todo presagia que el domingo habrá una fuerte tasa de abstención y los socialistas temen que sus votos se desplacen hacia las posiciones más radicales de Jean-Luc Mélenchon.