La llama del tunecino Buazizi sigue encendida un año después

Jorge Fuentelsaz ARGEL / EFE

INTERNACIONAL

Las cuatro transiciones en marcha tienen un futuro incierto

17 dic 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Hoy hace un año en que el tunecino Mohamed Buazizi se prendió fuego para denunciar la humillación a la que le sometía el régimen que se había incautado de su único medio de subsistencia, un puesto ambulante de frutas y verduras. Ese acto de rabia e impotencia prendió como la pólvora en el pueblo natal de ese joven de 26 años, la ciudad obrera de Sidi Buzid, y se extendió por todo Túnez.

El 14 de enero, el presidente Zine al Abidine ben Alí, sobrepasado por las circunstancias, abandonado a su suerte por el Ejército y en un acto sin precedentes en la historia del mundo árabe, huyó del país. Fahemtkum (?os he entendido?) fue el último grito de Ben Alí.

La humillación de Buazizi era la de muchos tunecinos y la de muchos árabes que llevaban décadas viviendo oprimidos bajo regímenes dictatoriales que en nombre de la estabilidad, la seguridad y el desarrollo habían secuestrado la democracia y la libertad de los ciudadanos. Pero, a pesar de esas renuncias, la opresión tampoco les había traído mejores condiciones de vida, sino más hambre y más represión. Ante los ojos de la población, sus dirigentes solo gobernaban para ellos mismos y una pequeña camarilla de familiares y allegados.

La llama prendida por Buazizi, que murió el 4 de enero en un hospital, caló y las revueltas se extendieron como un aluvión en los anquilosados regímenes que repetían y siguen repitiendo que sus países son excepcionales y permanecen ajenos a lo que comenzó llamándose la revolución de los jazmines de Túnez y terminó por convertirse en la primavera árabe: en Argelia, el 22 de enero; en Egipto, el 25; en Yemen, el 3 de febrero; en Siria, el 4; en Baréin, el 14; en Libia, el 15, y en Marruecos, el 20 del mismo mes.

Pero no todos los brotes revolucionarios lograron florecer con la misma fuerza. Solo cuatro han logrado medrar -Túnez, Egipto, Libia y Yemen- y, de momento, ninguno ha terminado de madurar.

Tampoco todos triunfaron con la misma facilidad. Los egipcios tumbaron a Mubarak, en solo 18 días, pero Libia necesitó ocho meses y la ayuda de la OTAN para librarse de Moamar el Gadafi. En Siria, se siguen contando los muertos.