El Ejército egipcio no consigue contener los choques en Tahrir

E. Rubio, B. delgado, R. Musaui EL CAIRO / EFE, AFP

INTERNACIONAL

Envió tres blindados al lugar de los enfrentamientos para cubrir a la policía

24 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Como si se tratara de un déjà vu, la Junta Militar egipcia parece caer en los mismos tropiezos que llevaron a la caída de Hosni Mubarak, y su demora en responder a las demandas de la plaza Tahrir ha arrastrado a Egipto a un callejón de difícil salida. La tensión creció ayer en medio de intentos vanos del Ejército de detener la violencia entre manifestantes, por un lado, y policía y baltaguiya (matones), por otro, mientras la crisis se agrava a cinco días de los comicios.

Tres carros blindados del Ejército entraron ayer en la calle Mohamed Mahmud, epicentro de los choques, para cubrir el repliegue de la policía, que ha sido sustituida en parte por soldados. Sin embargo, la escasa presencia militar, que posibilitó una breve tregua, no fue suficiente para impedir que se reanudaran los enfrentamientos.

En las calles cercanas al Ministerio del Interior y a la plaza Tahrir, la policía colocó barreras y disparó gases lacrimógenos contra los manifestantes, que no dejaron de lanzar piedras. Anoche, los baltaguiya hicieron acto de presencia y se enfrentaron con palos y armas blancas a los activistas. Los heridos no paran de llegar en ambulancia, moto o incluso a pie hasta los improvisados hospitales de campaña de Tahrir, cada vez más llena de personas dispuestas a resistir los ataques.

Petición del imán

El gran imán de Al Azhar, la más prestigiosa institución suní, Ahmed el Tayeb, pidió ayer a la policía que no dispare contra los manifestantes y a los militares mantener la estabilidad y evitar los choques. El Ejército también está bajo la presión internacional para que ponga fin a la violencia, incluso de EE.UU., país del que las Fuerzas Armadas reciben una ayuda de 1.300 millones de dólares al año.

Los Hermanos Musulmanes se han desvinculado de las protestas. Su objetivo, al igual que el de la Junta Militar, es que el lunes pueda celebrarse la primera jornada de las elecciones legislativas, en las que pueden lograr una amplia mayoría.

Con 33 muertos sobre el tapete, el enconamiento hace complicado vislumbrar un final para la protesta. Al igual que sucedió con Mubarak, los manifestantes han ido elevando el techo de sus demandas conforme pasaban los días.

Incluso si la Junta Militar cediese ya el poder a una autoridad civil no está claro quién podría asumir el mando y qué legitimidad le otorgaría Tahrir. Una opción extendida es un Gobierno de unidad nacional en el que estén representadas todas las ideologías y se apuntan tres nombres: el Nobel de la Paz Mohamed el Baradei, el islamista y exmiembro de los Hermanos Musulmanes Abdelmoneim Abul Futuh y el independiente Hosam Eisa. Pero ahora no parece probable que los generales estén dispuestos a soltar el poder, ni que Tahrir vaya a aceptar cualquier cosa que no sea el fin de la Junta Militar.