Obama entierra la costumbre de los atavíos exóticos en la foto del APEC

EFE

INTERNACIONAL

Los líderes comparecieron ante las cámaras con otro tipo de uniforme: trajes oscuros, cuya monotonía sólo interrumpía la chaqueta blanca de la primera ministra australiana, Julia Gillard.

14 nov 2011 . Actualizado a las 09:47 h.

El presidente de EEUU, Barack Obama, puso fin hoy a la tradición por la cual los líderes participantes en la cumbre de la APEC posaban para la «foto de familia» vestidos con el atavío tradicional del lugar.

La perspectiva de ver a mandatarios como el presidente chino, Hu Jintao, o el ruso, Dmitri Medvédev, en camisa hawaiana y guirnaldas («lei») de flores había suscitado una enorme expectación entre la prensa que cubre la cumbre de los 21 miembros del Foro de Cooperación Económica Asia Pacífico (APEC).

Pero no pudo ser. Los líderes comparecieron ante las cámaras con otro tipo de uniforme: trajes oscuros, cuya monotonía sólo interrumpía la chaqueta blanca de la primera ministra australiana, Julia Gillard.

La ausencia de camisas de brillantes colores causó extrañeza incluso entre los propios líderes. Los periodistas pudieron escuchar cómo Gillard preguntaba a Obama sobre «falditas de hierba», otro de los elementos de la vestimenta tradicional hawaiana.

Obama le contestó que «es demasiado embarazoso. ¿Sujetadores de cocos?», mientras el presidente chileno, Sebastián Piñera, se sumaba a la conversación para preguntar «¿dónde están las camisas hawaianas?».

El presidente replicó que «estamos poniendo fin a esa tradición», mientras hacía un gesto de cortar con la mano.

Hasta el momento, la Casa Blanca no ha dado una explicación oficial acerca de la ruptura con una tradición iniciada en 1993 bajo el mandato de Bill Clinton, cuando EEUU acogió por primera vez la reunión de líderes en Blake Island.

La tradición ha dado momentos tan memorables como el de ver en 2001 en China al entonces presidente estadounidense, George W Bush, vestido con una chaqueta azul estilo Fu Manchú junto a su homólogo ruso, Vladímir Putin, con el mismo atavío pero en color rosa.

Algunos analistas han conjeturado con que el fin de la tradición pueda deberse al temor de la Casa Blanca a dar una imagen de frivolidad en momentos de crisis económica.