Escasa afluencia de los irlandeses a las urnas para elegir a su presidente

I. A. Londres / corresponsal

INTERNACIONAL

La primera medida del candidato ganador será bajarse el sueldo

28 oct 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

El candidato independiente a la presidencia de Irlanda, Séan Gallagher, y el laborista Michael D. Higgins aparecían ayer como los dos aspirantes con más posibilidades de alzarse con el triunfo tras celebrarse los comicios presidenciales irlandeses, carrera de la que parece haberse descolgado el dirigente del Sinn Féin, Martin McGuinness, y los otros cuatro candidatos. En total, eran siete los pretendientes a suceder a la popular Mary McAleese como el noveno presidente de la República.

Hasta media tarde la afluencia a las urnas fue particularmente escasa en los condados del sur de Irlanda, así como en los condados alrededor de Dublín, mientras en las zonas rurales era más elevada. En la capital, la participación también fue baja, muy por debajo del 70 % registrado en las elecciones generales de febrero, la más alta desde 1987.

Las primera estimaciones señalaban que la afluencia a las urnas osciló entre porcentajes tan bajos como del 25 % y el 50 % en zonas rurales.

Desafecto con los políticos

Si se cumple esta previsión de baja participación, la razón habrá que encontrarla en el desafecto de los votantes irlandeses con todo el proceso político, y en particular con los políticos, a los que acusan de no haber controlado a la banca y al sector de la construcción durante el período de mayor crecimiento de la economía irlandesa y que a la postre condujo al país a la humillante intervención extranjera el año pasado con un plan de rescate de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Como ejemplo de la situación de crisis que vive el país, lo primero que va a tener que hacer el nuevo presidente es reducirse el salario. Así lo ha pedido el ministro de Gasto Público y Reformas, Brendan Howlin, tras reconocer que será un acto voluntario, porque el Parlamento no ha logrado aprobar la propuesta de reducción del salario oficial desde los actuales 325.507 euros anuales a 249.014.

Howlin quiere que el ganador de las elecciones siga el ejemplo de la expresidenta McAleese, que en el 2009 se recortó el sueldo un 10 % y la asignación de gastos un 12,5 %, y que el año pasado elevó ese ajuste salarial al 20 %.

Como ejemplo de esa mala gestión política que critica el electorado, ahí queda la mediocre campaña electoral, plagada por los escándalos y las acusaciones personales entre los candidatos.