Sorprendido en pijama y sin guardaespaldas

Isabelle Wesselingh BELGRADO / AFP

INTERNACIONAL

28 may 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

En los últimos años Ratko Mladic vivió en condiciones muy humildes en la aldea de Lazarevo en casa de su primo Branislav Mladic. Su detención le pilló durmiendo y sin protección alguna. «Estaba solo [...] únicamente rodeado de sus primos. Ninguno de sus guardaespaldas estaba con él», dijo una fuente anónima citada por el diario Blic. Según el rotativo Vecernje Novosti, que cita a un vecino, el acusado estaba en el dormitorio en pijama, en el momento de su arresto. El testigo explicó haberle ayudado a vestirse y dijo que no utilizó las dos pistolas que poseía.

Queda lejos la época en la que se paseaba orgulloso por Belgrado, pese a las acusaciones que pesaban contra él. Durante cinco años, seguro de no ser detenido, acudía a bares y restaurantes de Belgrado, practicaba esquí, asistía al campo de fútbol a ver a la selección y se ocupaban de las rosas de su jardín

Pero tras la caída de Slobodan Milosevic y su traslado a una cárcel de La Haya, en junio del 2001, Mladic tuvo que pasar a la clandestinidad. El Gobierno de Zoran Djindic habría intentado en vano convencerlo de que se rindiera. El ex militar pasa entonces de apartamento en apartamento en Belgrado para eludir a los investigadores, y goza del apoyo de algunos de sus antiguos compañeros.

Protección de militares

En el 2009, un ex guardaespaldas contó a los jueces cómo había sido escondido en cuarteles militares, especialmente en Topcider (Belgrado). Igual que Radovan Karadzic, se sospecha que también tuvo la protección de miembros de la Iglesia ortodoxa y fue acogido en monasterios. En el 2010, su familia intentó que se le diera por muerto.

En Lazarevo no tuvo lujos, e incluso trabajó como albañil, según aseguró al Blic un estudiante que coincidió con él el año pasado en una obra en la vecina ciudad de Zrenjanin. No se sabe cuánto tiempo llevaba en Lazarevo, pero allí tenía asegurado que ninguno de sus vecinos lo delataría. En su casa se halló una bolsa llena de medicamentos, que no pudo haber conseguido sin la ayuda de un médico. La recompensa de diez millones de euros por su captura seguirá en las arcas estatales de Serbia ya que nadie dio la pista decisiva, según el Gobierno.