Rousseff elige Buenos Aires para su primer viaje al exterior

agustín bottinelli BUENOS AIRES / CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

La presidenta brasileña evitó prometer a Fernández que no devaluará el real

01 feb 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

Dilma Rousseff llegó ayer a Buenos Aires en su primera visita oficial a un país desde que el 1 de enero asumió la presidencia de Brasil, en lo que constituye un guiño a su homóloga argentina, Cristina Fernández. En solo cinco horas, antes de regresar a su país, la sucesora de Lula da Silva se encargó de dejar claro la importancia que tiene para ella la relación con Argentina.

Fundida en un abrazo con Cristina Fernández, que la recibió en la Casa Rosada entre sonrisas y un clima de verdadera distensión, Dilma sostuvo que Argentina es «uno de los actores estratégicos de nuestra política exterior» y anticipó que los ejes de esta visita a Buenos Aires «son la cooperación comercial en el área de energía nuclear y la coordinación en organismos multilaterales».

De hecho, uno de los acuerdos más importantes de los que firmaron ambas mandatarias es el de la construcción de un reactor nuclear que podrá ser usado para varios fines, incluyendo el área médica.

Pero más allá de los acuerdos y de la importancia de esta visita, destacando a Argentina como su primer destino desde que asumió la presidencia de Brasil, hay en el gesto una necesidad de mantener la tarea iniciada por Lula y Néstor Kirchner, que es la integración total de los países sudamericanos, incluido Venezuela. Por eso, Rousseff se apuró en señalar que Argentina «es fundamental para el posicionamiento de Brasil en América Latina y que su desarrollo pasa por la asociación con los países de la región».

Brasil es el principal socio económico de Argentina, a la que, por ejemplo, compra el 70% de su producción automotriz. Y la economía brasileña tiene en su vecino a su principal cliente.

Pero este equilibrio depende exclusivamente de que Brasil no devalúe su moneda, el real, porque esto podría ocasionar un verdadero desastre en la balanza de pagos entre ambos países y haría que los productos argentinos perdiesen competitividad en el mercado brasileño.

Rousseff no pudo prometer que eso no le sucedería a su amiga Cristina Fernández. «Nadie en el mundo puede garantizar eso. En los últimos tiempos hemos conseguido mantener el dólar dentro de una franja de fluctuación. Por eso, los organismos multilaterales son tan importantes para discutir la cuestión. Es imprescindible que haya una responsabilidad de los países desarrollados».

La respuesta no deja sino más dudas, ante un temor que circula desde que la brasileña llegó al poder. Esta medida sí podría lesionar severamente las relaciones entre ambos países, que por ahora, y como se vio ayer en Buenos Aires, son más que cordiales.