Cavaco y Sócrates, obligados a entenderse

emilio crespo LISBOA / EFE

INTERNACIONAL

El presidente y el primer ministro portugueses deben convivir otros tres años pese a la brecha política entre ellos

25 ene 2011 . Actualizado a las 11:11 h.

La reelección del conservador Aníbal Cavaco Silva como presidente de Portugal ha abierto otra etapa de obligada cohabitación con el primer ministro socialista, José Sócrates, cuando sus relaciones atraviesan el peor momento.

Juntos en el poder desde el 2006, cuando Cavaco ganó por primera vez la presidencia, ambos deben en principio convivir otros tres años, a pesar de la brecha política que los separa y el desgaste de haber cruzado muy duras acusaciones durante la agria campaña electoral.

Líderes de sus respectivos partidos se mostraron ayer confiados en que el triunfo de Cavaco no amenazará la estabilidad política de Portugal, aunque hace pocos días dirigentes socialistas expresaban su temor a que el presidente propicie la caída de Sócrates y unas elecciones anticipadas.

Miguel Relvas, secretario general del partido de Cavaco, el Social Demócrata (PSD, centroderecha) aseguró ayer que su organización no busca la «crisis por la crisis», pero dudó de que el Gobierno concluya la legislatura en el 2014.

Desde las filas socialistas, el ministro de Asuntos Parlamentarios, Jorge Lacao, recordó que un presidente no es un jefe de Gobierno y se espera de él cooperación institucional.

Sócrates fue de los primeros en felicitar a Cavaco y en ofrecerle su leal cooperación, pero entre ambos permanece la semilla de la distancia.

Un supuesto caso de espionaje al jefe de Estado, luego desmentido, fue la mecha, que sigue con la oposición de Cavaco a las grandes inversiones planeadas por el Gobierno, entre ellas el tren de alta velocidad con España. También agriaron la relación las quejas de Cavaco sobre el endeudamiento, el aumento del paro y la precariedad en la que viven millones de portugueses. Sócrates lo criticó por inmiscuirse en su labor, sembrar la desconfianza e intentar beneficiar a su partido.