Liu Xiaobo envía un mensaje de conciliación y esperanza a China

Anxo Lamela OSLO/EFE.

INTERNACIONAL

Solo 15 países faltaron a una ceremonia en la que se dejó una silla vacía en homenaje al galardonado

11 dic 2010 . Actualizado a las 11:19 h.

El disidente chino Liu Xiaobo envió ayer un mensaje de conciliación y de esperanza a su país en la ceremonia de entrega del Nobel de la Paz, en la que se le recordó con una silla vacía al no poder asistir por cumplir una pena de once años de prisión. Las palabras del ganador fueron escuchadas en el Ayuntamiento de Oslo con la voz de la actriz Liv Ullmann, que leyó el texto pronunciado por Liu el 23 de diciembre del 2009 en el juicio en el que se le condenó como coautor de la Carta 08.

Frente a lo que definió como la «mentalidad del enemigo» del régimen chino, Liu dijo no tener enemigos ni sentir odio, porque esa forma de pensar «incitará a luchas mortales y crueles, destruirá la tolerancia y humanidad de una sociedad y dificultará los progresos de una nación hacia la libertad y la democracia». En No tengo enemigos, mi declaración final, título del discurso, Liu admitió progresos y resaltó que la reforma y la apertura impulsadas en China tras el fin de la era de Mao Tse-Tung fueron un «proceso de debilitamiento gradual de la mentalidad del enemigo y de la psicología del odio».

Ese proceso favoreció, a su juicio, el desarrollo de la economía de mercado, los avances hacia el Estado de derecho y también una mayor tolerancia por el pluralismo social. Como ejemplo mencionó la aceptación de la universalidad de los derechos humanos incluida en la Constitución china. De ahí que considere su condena inconstitucional, porque entiende que solo ejerció su derecho a la libertad de expresión.

Ese cambio, reflejado también en un trato más humano en las prisiones, es el que le hace confiar en el progreso político, «porque no hay fuerza que pueda limitar la búsqueda humana de la libertad, y China al final será una nación regida por la ley, donde los derechos humanos reinen de forma suprema».

El sillón destinado a Liu, cuya foto presidió el escenario principal, permaneció vacío ante la negativa de las autoridades chinas a dejarlo viajar a él o a algún familiar suyo a Oslo. Que nadie venga a recoger el premio refleja que este era «necesario y apropiado», resaltó en su discurso el presidente del Comité Nobel Noruego, Thorbjoern Jagland, quien depositó el diploma y la medalla del premio en el sillón vacío. Jagland calificó a Liu de «símbolo de la lucha por los derechos humanos en China» y pidió su liberación porque, según él, se limitó a ejercer la libertad de expresión.

China, a la que elogió por su éxito económico, debe asumir su responsabilidad como gran potencia, y también la crítica que ello conlleva, resaltó Jagland, que vinculó el destino del mundo al de este país: si este impulsa los derechos humanos, tendrá un efecto positivo sobre el resto del planeta.

Los discursos leídos por Jagland y Ullmann fueron la parte central de una ceremonia en la que finalmente no estuvieron representados 15 países, presidida por los reyes Harald y Sonia de Noruega y a la que acudieron unos 40 opositores chinos.