Culpan al Ejecutivo camboyano de la estampida que mató a 378 personas

Laura Villadiego PHNOM PENH/EFE.

INTERNACIONAL

La oposición lo responsabiliza de hacer la fiesta en un lugar inadecuado y de haber cerrado otro puente

24 nov 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Cientos de camboyanos recorrieron ayer los hospitales de Phnom Penh en busca de familiares y amigos víctimas de la estampida del lunes, cuyo último balance es de 378 muertos y 755 heridos. La mayoría de las víctimas son jóvenes que quedaron atrapados en un puente peatonal que conecta la capital con Koh Pich, una pequeña isla a la que el desarrollo urbanístico transformó en centro de recreo.

Un portavoz del Gobierno camboyano señaló que el número de víctimas puede aumentar y lamentó que la policía no reaccionase con la rapidez necesaria para impedir la tragedia. La oposición y otros grupos acusan a las autoridades de lo sucedido, por haber permitido que se organizase el evento en un sitio inadecuado y por haber cerrado el otro puente de acceso a la isla, obligando a toda la gente a utilizar un paso peatonal inadecuado para tal volumen de personas.

Cientos de monjes budistas se reunieron ayer por la tarde en el puente para oficiar una ceremonia en honor de las víctimas, mientras agentes buscaban más cadáveres en el río. Familiares y amigos vagan de hospital en hospital en busca de desaparecidos entre los heridos y los cadáveres, mientras que las autoridades investigan qué causó la tragedia.

«Este es el tercer hospital que visito», dice el joven Ly Chomban, quien busca a un amigo. A su lado, Rum Thearey sujeta la foto de su hermana pequeña, Sopheap. «Solo tenía 21 años y había ido a ver un concierto con sus amigas. Cuando vi por la televisión lo que había pasado, la llamé, pero no contestó, así que empecé a buscarla», prosigue Thearey.

Al final la encontró en Calmette, uno de los seis centros sanitarios que han recibido muertos. Allí, los cadáveres como el de Sopheap están colocados en pequeñas tiendas improvisadas donde los familiares entran a identificarlos. «Es una gran tragedia para Camboya. No teníamos los recursos necesarios. Hemos tenido que improvisar estas tiendas para los cadáveres», asegura Meak Somna, encargado de la coordinación de situaciones de desastre.

Cheng Sony, que trabaja en un puesto de comida en la isla y volvía a tierra firme al terminar su jornada, se encontraba en el centro del puente cuando la gente empezó a empujarlo. «Me caí al suelo y me tapé la cabeza con las manos. No sé qué más pasó. Me tuvieron que sacar de ahí, pero no recuerdo nada», asegura. «Creo que estuve dos o tres horas atascado. No se podía respirar», recuerda.

Chuop Sokheng fue una de las personas que saltó al agua para no asfixiarse, tuvo suerte y no se ahogó, pero dos de sus hijos, de 6 y 13 años, perecieron en el río. «No había otra opción. La gente me estaba asfixiando e intenté saltar con ellos, pero los perdí. Luego supe que habían muerto», cuenta la mujer.

El Gobierno camboyano se ha comprometido a indemnizar a las familias de fallecidos y heridos. Las autoridades han asegurado además que se harán cargo de los gastos hospitalarios. El primer ministro declaró jornada de luto nacional para el jueves.