El presidente iraní recibe un trato de héroe en su visita al Líbano

Anne B. Clasmann BEIRUT/DPA.

INTERNACIONAL

Un diputado de la extrema derecha israelí afirma que matarlo sería como haber matado a Hitler en 1939

14 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

El presidente iraní, Mahmud Ahmadineyad, fue recibido ayer como un héroe n su primera visita oficial al Líbano. Hasta los libaneses que lo odian pusieron buena cara al mal tiempo, al temer la venganza del movimiento chií Hezbolá, financiado por Irán.

Pétalos de rosas rojas y granos de arroz llovieron al paso del presidente iraní, que se trasladó desde el aeropuerto en un automóvil con el techo descapotable, desde el que saludó a la multitud congregada en las calles. No se veía una recepción similar en la capital libanesa desde hace 13 años, cuando el entonces papa, Juan Pablo II, aterrizó en la ciudad.

Ahmadineyad ya cumplió parte del programa de su visita. En el palacio presidencial de Beirut firmó varios acuerdos y estrechó muchas manos, aún sabiendo que una gran parte de los presentes no lo soportan e intuyendo que solo lo saludan por su influencia sobre Hezbolá, cuya fuerza militar es mayor que la del Ejército del Líbano.

Entre los políticos que le dieron la bienvenida se encontraba incluso Samir Geagea, el presidente del partido cristiano Fuerzas Libanesas, que se había quejado horas antes del apoyo financiero y armamentístico de Teherán a Hezbolá. También el primer ministro suní, Saad Hariri, acudió a saludarlo. Hariri miraba fijamente hacia delante mientras Ahmadineyad le pellizcaba de la manga de su traje atrayéndolo para que posara en una foto común. Pero finalmente no pudo escapar del presidente iraní, que lo elogió como «garante de la soberanía libanesa».

Después, Ahmadineyad se desplazó al centro de Beirut para depositar flores en la tumba del padre de Hariri, Rafik Hariri, en un gesto de reconciliación. El ex jefe de Gobierno fue asesinado en un ataque terrorista en febrero del 2005 en Beirut, en cuya planificación se cree que participaron conspiradores relacionados con Teherán.

Tras los bastidores se hablaba ayer de un cambio de curso de la política iraní: supuestamente, el presidente sirio, Bashar al Assad, y el rey saudí Abdullah advirtieron a Ahmadineyad de que no tensara más las relaciones entre Hezbolá y el sector prooccidental de Hariri. Por ello, el presidente iraní solo lanzó un dardo venenoso contra Israel durante su estancia en el palacio presidencial de Baabda, ahorrándose las poses guerreras y los comentarios airados para la parte no oficial del viaje.

En compañía de la cúpula de Hezbolá, Ahmadineyad visitará pueblos y barrios destruidos por Israel en la guerra del 2006 y reconstruidos después con ayuda iraní. Sobre los misiles iraníes con los que su régimen proveyó a Hezbolá durante la contienda, como sigue haciendo hoy, no dijo palabra alguna, mientras los globos de colores con su fotografía flotaban sobre Beirut.

Lejos de allí, en Kosovo, la secretaria de Estado norteamericana, Hillary Clinton, rechazó cualquier intento de desestabilizar el Líbano. «Esperamos que ningún visitante diga o haga nada que pudiese causar un aumento de la tensión o inestabilidad en el país», dijo.

En Israel, el diputado de extrema derecha Arie Eldad fue más allá al preconizar la eliminación del presidente iraní. «Matar hoy a Ahmadineyad sería como haber matado a Hitler en 1939», dijo.

Responsables gubernamentales israelíes aseguraron también que la visita supone la transformación del Líbano en un Estado extremista.