La cooperante británica pudo morir por el fuego de tropas de EE. UU. en el intento de rescate

Imanol Allende LONDRES/LA VOZ.

INTERNACIONAL

12 oct 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Cuando el pasado sábado el Ministerio de Asuntos Exteriores británico informó sobre la muerte de la cooperante escocesa secuestrada en Afganistán, Linda Norgrove, durante la operación de liberación llevada a cabo por las fuerzas norteamericanas, el comunicado no hacía mención alguna a la manera en la que había sucedido la muerte de la mujer. Se aplicó un blackout informativo.

Los rumores que corrían por Londres hablaban de una granada que habría sido lanzada por los secuestradores en la habitación en la que estaba retenida la mujer cuando se vieron rodeados por las fuerzas especiales de Estados Unidos. El domingo, algunos dominicales informaban de que la mujer podía haber muerto al explosionar un chaleco suicida, compuesto por explosivos, que habían colocado a la mujer, o incluso por la explosión de algún terrorista suicida que se encontraba a su lado.

Sin embargo, el primer ministro británico, David Cameron, se vio obligado ayer a confirmar que la muerte de la cooperante pudo deberse al fuego amigo, a un lamentable accidente de los soldados norteamericanos, que lanzaron una granada en la habitación en la que estaba retenida la mujer.

Cameron declaró que el general Petraeus había informado a Exteriores del hallazgo de pruebas que indicaban que Norgrove podría no haber muerto a manos de sus secuestradores. «Esas pruebas dan a entender que Linda pudo morir como consecuencia de una granada detonada por las fuerzas de asalto», declaró el primer ministro. No obstante, matizó: «Pero no es seguro, por lo que se va a iniciar una detallada investigación angloamericana».

En efecto, el Ejército norteamericano destinado en Afganistán informaba ayer que el general Petraeus había ordenado el inicio de una investigación sobre la muerte de la cooperante británica.

La investigación se emprende a pesar de que Londres, y en concreto el propio David Cameron, autorizó desde el principio la operación de rescate, tal como confirmó ayer el ministro británico de Asuntos Exteriores, William Hague.