Una red de espías rusos enturbia la relación de Washington con Moscú

Victoria Toro NUEVA YORK/LA VOZ.

INTERNACIONAL

El FBI detuvo a diez personas acusada de trabajar a favor del Kremlin en EE.UU. y a otra en Chipre

30 jun 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Hay espías, paquetes con dinero, micrófonos ocultos y hasta mensajes escritos con tinta invisible. Como en los mejores tiempos de la guerra fría, Estados Unidos desarticuló una red de espionaje ruso y detuvo el lunes a diez agentes en Nueva York y ayer a un undécimo en Chipre.

Las detenciones se producen días después de que los presidentes Barack Obama y Dmitri Medvédev escenificaran la perfecta sintonía de las relaciones ruso-estadounidenses. Varios analistas rusos creen que el momento elegido no es casual -el FBI llevaba investigando a la red diez años- y obedece a intereses que buscan hacer fracasar este acercamiento. Según los expertos, el sector conservador del FBI, que se opone a la política exterior de su presidente, habría maniobrado para que la operación saltara en este momento. El peor para Obama.

Esa también es la opinión del titular de Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, que ayer pidió explicaciones a Washington sobre la detención, después de que un comunicado de su ministerio asegurara que los presuntos espías no han actuado contra intereses americanos.

El FBI «se ha dejado llevar», acusó el primer ministro Vladimir Putin, en un encuentro con el ex presidente Bill Clinton en Moscú, antes de manifestar su esperanza de que la detención no perjudique las relaciones entre los dos países. Algo que prometió ayer la Casa Blanca.

Los detenidos en EE.UU. son: Anna Chapman; Vicky Peláez y Juan Lázaro, arrestados en Nueva York; Mijaíl Semenko, Michael Zottoly y Patricia Mills, en Arlington (Virginia); Richard y Cynthia Murphy, en Nueva Jersey, y Donald Howard Herthfield y Lee Ann Foley, en Cambridge. Además, Chipre informó que había arrestado a Robert Christopher Metsos, de 54 años, en el aeropuerto de Larnaca cuando iba a volar a Budapest.

La Fiscalía acusa a los diez detenidos de conspiración por trabajar para un Gobierno extranjero, lo que podría acarrearles cinco años de prisión, ya que por ahora no están acusados de obtener material clasificado. Pero a nueve de ellos también se les acusa de blanqueo de dinero, penado hasta con 20 años.

En su comparecencia ante un juez de Nueva York, ninguno de los detenidos se pronunció sobre su culpabilidad o inocencia. Pero el fiscal federal que lleva el caso, Michael Farbiarz, aseguró tras la vista que «la evidencia es abrumadora» y que «esta es solo la punta del iceberg». Según los documentos en su poder, el FBI interceptó un mensaje ruso para cuatro de los detenidos en el que les informaban de cuál era su misión: «desarrollar vínculos con los círculos del poder estadounidense». En otros mensajes se les pedía información sobre Irán, armas nucleares, rumores sobre la Casa Blanca, el liderazgo de la CIA o las elecciones.