Yves Leterme dimite otra vez por las disputas entre flamencos y valones

Juan Oliver

INTERNACIONAL

El rey belga no acepta su renuncia por miedo al caos político en que se sumiría el país a dos meses de presidir la UE

23 abr 2010 . Actualizado a las 02:00 h.

Las interminables disputas políticas entre flamencos y valones han vuelto a conducir al Gobierno belga a una situación crítica, cuando apenas faltan dos meses para que el país asuma la presidencia rotatoria de la UE, tras presentar ayer el primer ministro, Yves Leterme, su dimisión al rey.

Es la tercera vez en menos de tres años que Leterme, democristiano flamenco y ganador de las elecciones legislativas de junio del 2007, presenta su renuncia. Aunque, como hizo en una de las otras dos ocasiones anteriores, Alberto II anunció que deja «en suspenso» la decisión de aceptarla o no. «El rey y el primer ministro subrayan lo inoportuna que, en las circunstancias actuales, podría ser una crisis política, que provocaría un gran perjuicio al bienestar económico y social de los ciudadanos, así como al papel de Bélgica en el plano europeo», explicó ayer la Casa Real en un comunicado.

Leterme ha durado apenas tres meses en el cargo, al que accedió para sustituir a Herman Van Rompuy, elegido presidente permanente del Consejo de la UE en diciembre pasado y quien, a su vez, había sustituido a Leterme tras la anterior dimisión protagonizada por este un año antes.

Su nueva renuncia se debe a la pérdida del apoyo de los liberales flamencos del Open VLD, que formaban parte del frágil Gobierno de coalición, integrado por media docena de formaciones de todo el espectro político de las dos grandes regiones del país (Flandes, al norte, y Valonia, al sur), y que no parece capaz de evitar que se resquebrajen las débiles costuras institucionales que mantienen unidas a las dos comunidades que las habitan: los cerca de seis millones de nerlandófonos flamencos, y los 3,5 millones de valones francoparlantes.

El desencadenante de la rebelión del Open VLD fue la falta de apoyo de Leterme a la reconfiguración política de la circunscripción electoral de Bruselas-Halle-Vilvoorde, formada por los diecisiete distritos de la capital y por un cinturón de municipios que la rodean, ubicados en territorio de Flandes. Al contrario que allí y que en Valonia, donde los electores, ya sean flamencos o valones, solo pueden elegir a políticos de partidos de la región en la que viven, y no de la otra, en Bruselas-Halle-Vilvoorde se permite la presentación de listas francófonas y nerlandófonas.

Desde hace años, los partidos flamencos, incluido el de Leterme, pretenden acabar con esa norma. No en la capital, que conforma una región independiente de las otras dos, aunque, paradójicamente, Bruselas sea la capital de Flandes. Pero sí en Halle-Vilvoorde, pues consideran discriminatorio que se reconozcan derechos políticos a los francófonos que viven en territorio de Flandes que sin embargo no pueden disfrutar los flamencos que habitan en Valonia.