Irán responde a las protestas con la detención de líderes reformistas

Nolo Mariño

INTERNACIONAL

La policía arresta al ex ministro de Exteriores Yazdi y al activista de los derechos humanos Emad Baghi

29 dic 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

La reacción de las autoridades iraníes a las protestas del domingo fue inmediata. Empezaba a amanecer en Teherán cuando varios oficiales de policía irrumpieron en la sede de Baran, la Fundación para el Diálogo de las Civilizaciones que dirige el antiguo presidente Mohamed Jatamí, y se llevaron a dos de sus ayudantes. Las redadas no habían hecho más que comenzar. Los sitios webs reformistas enseguida se hicieron eco de la detención de Alí Beheshtí, mano derecha del dirigente opositor Mir Huseín Musaví y portavoz de su movimiento. Al menos siete políticos críticos están entre rejas desde ayer.

Fue precisamente Beheshtí quien confirmó a La Voz la muerte del sobrino de Musaví tras las manifestaciones que sacudieron el centro de la capital. Al poco de conocerse su detención, se supo también que un antiguo ministro de Asuntos Exteriores, Ibrahim Yazdi, y el defensor de los derechos humanos Emad Baghi habían corrido la misma suerte. Ahora queda por ver de qué se les va a acusar.

En ocasiones anteriores, el destino de otras destacadas figuras reformistas ha variado desde la libertad bajo fianza por cantidades astronómicas hasta condenas de varios años de prisión por «atentar contra la seguridad nacional». En ese manido argumento cabe desde el activismo político al trabajo periodístico para un medio extranjero.

El Gobierno de Ahmadineyad no quiere dejar cabos sueltos que cuestionen la legitimidad que, según él, le otorgó el líder supremo de la Revolución, Alí Jameneí, cuando lo ratificó como presidente en junio. La oposición mantiene desde entonces que las elecciones estuvieron amañadas y exige la repetición de las mismas.

Esas aspiraciones motivaron las primeras protestas. A ellas se han sido sumando desde entonces las de otros grupos que expresan con las manifestaciones su descontento con el rumbo que ha tomado la política de la República Islámica. Jóvenes sin libertad para vestirse como quieren o escuchar la música que les apetece participan de la mano de mujeres que desean equiparar sus derechos a los de sus conciudadanos varones.

Activistas pro democracia cantan sus eslóganes contra lo que consideran una dictadura, mientras apoyan a clérigos que reclaman el secuestro de la Revolución por parte de la Guardia Revolucionaria, más preocupada por el desarrollo armamentístico o los negocios turbios que por defender los valores islámicos. Son precisamente estos guardias revolucionarios quienes utilizan uno de sus cuerpos, los milicianos basiyíes, en la represión de los manifestantes.

Otro de los líderes de esa oposición multipolar, el hoyatoleslam Mehdi Karrubí, no ha dudado en culpar al Gobierno por el derramamiento de sangre. Las autoridades reconocieron ayer la muerte de ocho personas durante los enfrentamientos del domingo, aunque negaron que ninguno de ellos lo fuera a manos de las fuerzas de seguridad. Las muertes han ahondado la crisis política y social que atraviesa Irán y han ampliado un poco más la brecha que divide a la clase política y al estamento religioso.

La comunidad internacional condenó ayer ampliamente la represión