Con 74 años, José Pepe Mujica se convertirá en el presidente de más edad de los 196 años de historia de Uruguay, tras una vida marcada por su pasado de guerrillero tupamaro, lleno de asaltos y tiroteos, y de preso político, que le costó torturas e incomunicación en la cárcel durante más de una década.
Fue liberado con el retorno de la democracia y abandonó la militancia armada para encabezar la creación del Movimiento de Participación Popular (MPP), integrado en el Frente Amplio. Fue diputado, senador y ministro de Ganadería, Agricultura y Pesca.
Mujica no solo será el segundo mandatario de izquierdas de la historia del país, después del actual gobernante, Tabaré Vázquez, sino que además colmará un sueño por el que luchó toda su vida, primero con las armas y luego con una infatigable actividad política.
En todo ese tiempo nunca dejó de cuidar su humilde granja a las afueras de Montevideo, donde cultiva flores y hortalizas y donde piensa seguir viviendo cuando asuma la presidencia, fiel a su estilo campechano. Ese estilo es una de sus señas de identidad más profundas y se extiende a todos los aspectos de su vida. Se niega a llevar corbata y prefiere la guayabera, boina y sandalias con las que acudía al Parlamento en una vieja motocicleta.