El jefe torturador del Jemer Rojo pide su absolución al final del juicio

EFE

INTERNACIONAL

La Fiscalía ha solicitado para él 40 años de cárcel por contribuir a a la aniquilación de un tercio de la población de Camboya.

27 nov 2009 . Actualizado a las 15:14 h.

El juicio contra el jefe del centro de torturas del Jemer Rojo, Kaing Guek Eav, alias Duch, quedó hoy visto para sentencia con la inesperada petición de absolución del acusado, para el que la Fiscalía solicitó 40 años de cárcel por contribuir a a la aniquilación de un tercio de la población de Camboya.

«Solicito a tribunal que me ponga en libertad», dijo Duch en su última intervención en el tribunal internacional, y tras 77 sesiones de un juicio plagado de escalofriantes testimonios acerca de las atrocidades cometidas mientras dirigió la máquina de matar del régimen extremista que pulverizó el país en 44 meses.

Con la misma actitud desafiante mostrada durante la segunda mitad del juicio, este antiguo profesor de matemáticas se declaró no culpable de todas las acusaciones, incluidas la de tortura, crímenes contra la Humanidad y asesinato premeditado, que cometió por orden de sus superiores en el Jemer Rojo.

Duch pidió ser absuelto después de que el fiscal, William Smith, y el juez, Nil Nonn, le solicitaron que aclarara el embrollo causado por sus dos abogados, al pedir uno la absolución y el otro que se tuvieran en consideración varios atenuantes.

El letrado camboyano, Kur Savuth, cuestionó otra vez más que el tribunal auspiciado por Naciones Unidas disponga de «jurisdicción» para procesar a Duch y a «todos los otros líderes» del Jemer Rojo que están encarcelados por su implicación en el genocidio.

«Liberen a mi cliente y dejen que se vaya a casa», concluyó el letrado, tras insistir en la «ilegalidad» que se comete al mantener desde hace diez años a Duch en prisión preventiva.

El otro abogado, el francés François Roux, pidió a los jueces que considerasen como atenuantes la «total» aceptación de responsabilidades por parte del acusado, su «plena cooperación» con el tribunal y su arrepentimiento «expresado desde el corazón».

A lo largo del juicio, Duch ha querido dar una imagen de persona arrepentida, pidiendo perdón por los crímenes que ordenó cometer, pero también ha demostrado estar orgulloso de su gestión al frente del centro de torturas de Tuol Sleng por el que pasaron 12.273 personas antes de ser ejecutadas en Choeung Ek, el campo de exterminio de las afueras de Phnom Penh.

«La palabra absolución no ha sido pronunciada. Decimos que deben considerarse los atenuantes y que el acusado debe ser liberado tan pronto como sea posible», replicó el abogado francés.

Pero a continuación, el letrado camboyano dijo que «sí, pedimos la absolución» al ser interpelado por el juez Nil Nonn.

Entretanto, Duch observaba atento a sus abogados o examinaba los documentos que, como en otras ocasiones, se trajo de la celda.

La Fiscalía, que pidió una condena de 40 años de prisión durante la presentación de sus argumentos finales, el pasado miércoles, recalcó que Duch desaprovechó su última oportunidad para confesar su verdadera participación en la estrategia genocida del régimen del Jemer Rojo.

Concluida la vista, los dos fiscales se declararon «sorprendidos» por el «cambio de estrategia» de la defensa que, en opinión de uno de ellos, cuestionaba los gestos de arrepentimiento hecho por Duch durante el juicio.

Los abogados de la acusación particular fueron más allá y aseguraron por medio de su portavoz, la letrada Silke Studzinsky, que «si al principio del juicio con las primeras disculpas, las víctimas habían abierto un poco la puerta al perdón, hoy esta puerta ha quedado definitivamente cerrada».

En su defensa, Duch ha alegado que se limitó a obedecer porque el Jemer Rojo castigaba la desobediencia con la muerte.

Está previsto que el tribunal, acordado por la ONU y Camboya tras seis años de tortuosas negociaciones, emita la sentencia a principios de 2010.

Esperan su turno para ser juzgados: Khieu Samphan, ex presidente de la República Democrática de Kampuchea; Nuon Chea, «hermano número dos» e ideólogo de la organización; Ieng Sary, ex ministro de Exteriores; y su esposa, Ieng Thirit, ex titular de Asuntos Sociales.

Pol Pot, el «hermano número uno», murió en la jungla camboyana en 1998.