El sorpresivo CDS no parece animado a repetir la coalición que en el 83 apoyó a Mario Soares

La Voz

INTERNACIONAL

29 sep 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Paulo Portas se convirtió el domingo en el sorpresivo protagonista de las elecciones legislativas portuguesas. Con un mensaje populista, dirigido a las poblaciones rurales, a los pequeños y medianos empresarios y a la juventud descontenta, este periodista de 47 años advirtió durante la campaña que su partido, el CDS-PP, daría la campanada. Nadie lo tuvo verdaderamente en consideración y finalmente creció en casi doscientos mil votos y nueve escaños. Podría formar Gobierno con el PS, como hizo Mota Pinto en el 83 con el socialista Mario Soares, pero la caída sufrida después todavía duele en el CDS. Por eso, el destino del partido que ha rozado el racismo en sus mensajes, que frenó en seco a la extrema izquierda captando a los jóvenes urbanos y que aprovechó la crisis para cuestionar al Gobierno y al principal partido de la oposición, parece trazado para rentabilizar al máximo su nueva condición de tercera fuerza parlamentaria.

Un Bloco agridulce

El CDS, además, amargó de manera notable la fiesta que el trotskista maoísta Bloco da Esquerda (BE) tenía preparada para celebrar la duplicación de sus escaños. Los izquierdistas -que tomaron su nombre del BNG tras tener especialmente contacto años atrás con el histórico Bautista Álvarez- son conscientes de que el pretendido papel de fiel de balanza le fue arrebatado por Paulo Portas, al que consideran extremadamente reaccionario. El BE consiguió en todo caso diputados en distritos desconocidos para ellos hasta ahora, como Aveiro, Braga, Coímbra, Faro, Leiria y Santarém, además de quedarse a menos de setecientos votos de otros dos escaños en sendas zonas del país.

A la espera de Cavaco

Y mientras se sustancia la política de pactos, la presidencia de la República está todavía más en cuestión tras los resultados electorales. Su responsable, Aníbal Cavaco Silva (PSD), sigue sin hacer públicos los extremos de la trama de espionaje al que presuntamente estaba siendo sometido por el Gobierno de Sócrates, revelación que anunció para después de las legislativas. Cada vez es mayor el convencimiento de que Cavaco no llegará al final del mandato, en enero