El hombre que no pudo reinar

Tatiana López

INTERNACIONAL

El hijo más pequeño del clan irlandés consiguió todo lo que quería en su vida, menos ser presidente de EE.UU.

27 ago 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Le llamaban el León del Senado . Ted Kennedy, heredero de una de las sagas más importantes de EE.?UU. y mentor oficial de Barack Obama, siempre estuvo considerado como un rey dentro de la jungla de Washington. Este título lo ganó tras cuatro décadas de servicio público, pero también a base de renunciar al único sueño que no pudo cumplir: ser el presidente de su país.

Edward Moore Kennedy fue el noveno vástago de una de las familias más influyentes en la historia reciente estadounidense. Su padre, un millonario que logró hacer dinero a costa de la crisis del 29, siempre supo que sus hijos llegarían a presidentes. «Lo nuestro era un hogar diferente. En la mayoría de las familias uno crece y luego se hace político, en los Kennedy el orden es inverso», bromeaba con frecuencia el pequeño de la saga.

Endogámicos hasta el delirio, el deseo de poder entre los Kennedy era tal que cuando el propio Ted tuvo que renunciar por su edad al escaño ocupado antes por sus hermanos John y Bobby, la familia encargó a un amigo que le guardase el sitio hasta que cumpliese los 21.

Dos años después, en 1962, Edward Kennedy conseguía por fin entrar en el hemiciclo tras ganar unas elecciones especiales. Los seis primeros meses de su mandato los pasaría, sin embargo, atado a una camilla como consecuencia de un grave accidente de avión. Su experiencia durante esa época influenciaría en gran parte su continua lucha por la reforma del sistema sanitario de su país, una batalla que siempre consideró como su gran pasión y que se convertiría también en su última victoria tras lograr que el 15 de julio una comisión del Senado aprobara el nuevo plan de Obama. Fue el colofón de una carrera en la que Kennedy siempre eligió posicionarse al lado de los más débiles y que le valió la fama de ultraliberal por su oposición a las guerras de Vietnam e Irak y su apoyo a la lucha de los derechos civiles.

El lado oscuro

Pero si la vida de este político estuvo marcada por el éxito, también la tragedia caracterizó el destino del último patriarca del clan, quien vio morir a sus hermanos Joseph, John y Bobby, estos dos últimos asesinados en la década de los sesenta . Con fama además de bebedor y mujeriego, en 1969 Kennedy sufría otro batacazo del destino esta vez tras verse implicado en un accidente de tráfico que le costaba la vida a una joven secretaria.

Aunque las causas del accidente nunca estuvieron claras, el hecho de que Kennedy tardara más de 10 horas en denunciar el incidente y los rumores de que se hallaba ebrio cuando conducía consiguieron dar al traste con sus aspiraciones presidenciales.

Aún así, en 1980 Kennedy decidió batirse en duelo con Jimmy Carter por la nominación demócrata. Tras perder, nunca más volvería a intentarlo. En su lugar decidió concentrarse en su carrera como senador y en convertirse en un referente para su partido, al que el pasado mes de agosto se dirigía por última vez ya aquejado del cáncer cerebral que le costó la vida.

«Solo quiero deciros que queda esperanza, que podemos luchar por un país mejor si elegimos a Obama», dijo entonces. Él consiguió hacerlo sin ni siquiera entrar en la Casa Blanca.