Obama pide a Al Maliki que se esmere en reconciliar a los iraquíes

Tatiana López

INTERNACIONAL

El primer ministro solicitó a la ONU que su país no figure como «amenaza para la paz y la seguridad internacional»

23 jul 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

El presidente de EE.?UU., Barack Obama, y el primer ministro iraquí, Nuri al Maliki, se reunieron ayer por primera vez en Washington. El mandatario norteamericano aseguró que el Gobierno iraquí ha logrado «progresos sustanciales» y le pidió que se esmere en la reconciliación nacional.

La reunión entre los dos dirigentes tuvo lugar apenas dos semanas después de que los primeros soldados estadounidenses comenzaran a abandonar Irak siguiendo el plan anunciado hace meses por Obama. Según este programa, la retirada de las tropas de combate debería ser efectiva para agosto del año que viene, mientras que el último soldado estadounidense saldría definitivamente de Bagdad en enero del 2011. Sin embargo, estos plazos podrían verse amenazados si el Gobierno iraquí no logra contener la oleada de violencia desatada en el país y que el pasado martes dejó un reguero de 21 cadáveres en varios atentados que sembraron el caos en la capital.

Al Maliki, que ayer visitó también la sede de las Naciones Unidas para pedir que se eliminen todas las restricciones que su país heredó del régimen de Sadam Huseín, siempre se ha mostrado confiado en que su país no necesita la ayuda de un Ejército extranjero.

Al Maliki pidió ayer al secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, la normalización de las relaciones con las Naciones Unidas y que su país no figure más en los documentos como «amenaza para la paz y la seguridad internacional».

El Consejo de Seguridad catalogó a Irak como peligro para la paz mundial desde la invasión a Kuwait en 1990.

«Lo principal es centrarnos en que se cumplan los acuerdos firmados», volvió a asegurar ayer al salir del edificio.

Sin embargo, y a pesar del optimismo del líder iraquí, lo cierto es que nadie en la Casa Blanca dudaba ayer de que el encuentro entre dos líderes estaría marcado por una fuerte presión estadounidense para conseguir la reconciliación iraquí. En otras palabras, lo que Obama espera de su encuentro con Al Maliki no es tan solo un compromiso burocrático, sino sobre todo la promesa de llevar la paz a un sociedad fuertemente dividida desde que fue invadida en el 2003.

Para cumplir con esta misión harían falta varios condicionantes, aunque el principal se basa sobre todo en un mayor reparto de poder entre las minorías suníes y kurdas y la mayoría chií a la que pertenece Al Maliki.

Este entendimiento posee su piedra angular en los pozos de petróleo que hay en el país y que en su mayoría se encuentran en zonas suníes o kurdas.

Reforma sanitaria

Por otra parte, Barack Obama tenía previsto, al cierre de esta edición, dar una rueda de prensa televisada en la que pretendía volver a defender su anunciada reforma sanitaria. La aventura de dar cobertura médica a los más de 40 millones de estadounidenses que carecen de ella se ha convertido en el último caballo de Troya de un líder que en estos momentos lidia además con una de las mayores crisis económicas de todos los tiempos, así como con dos guerras en curso. Quizá por eso, Obama ha dado como plazo hasta el mes de agosto a los congresistas para que aprueben una ley sanitaria cuyo coste rozaría el billón de dólares. Una nueva carga fiscal que los republicanos no están dispuestos a asumir y que podría convertirse en el Waterloo de un presidente con demasiados frentes abiertos y todavía ninguna batalla ganada.