El electorado castigará a Brown por sus desmanes políticos y las rebeliones en el propio partido

Imanol Allende

INTERNACIONAL

11 may 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Las consecuencias de las crisis vividas en las últimas dos semanas por el primer ministro británico, Gordon Brown, golpearon ayer en la puerta del 10 de Downing Street. Mientras que una encuesta colocaba al Partido Laborista por detrás de los conservadores en las elecciones municipales del próximo 4 de junio, otra indicaba que un 68% de los británicos creen que la reciente crisis de gastos injustificables ha afectado a la imagen de Brown.

Según la encuesta de YouGov, el Partido Conservador será el vencedor incuestionable de las elecciones en 34 municipios ingleses al obtener un 43% de los votos, seguido de los laboristas con un 27% ( The Mail on Sunday coloca a los laboristas con un 23%, el índice más bajo desde 1943) y los liberales demócratas con un 18%. Los laboristas perderán cuatro alcaldías y la mitad de los 500 concejales que poseen. Además, según los sondeos, los laboristas solo lograrán un quinta parte de los votos en las europeas.

El temor entre los laboristas es que sean la tercera fuerza votada en las municipales. Si esto ocurre, altos cargos del partido ya han advertido a Brown que la presentación de candidaturas a su cargo será inevitable. En las cocinas del laborismo se está cociendo una extraña alianza entre los rebeldes a la izquierda del partido y los blairistas, de donde saldrá el candidato que hará frente a Brown en unas elecciones internas, si ocurre un desastre electoral.

Ayer, 120 rebeldes laboristas -la mitad de los parlamentarios- firmaron una carta pidiendo a Brown que reconsidere sus planes para privatizar parcialmente el Royal Mail. Se trata de la mayor rebelión en el Partido Laborista desde que llegó al poder en 1997.

Por otro lado, los cinco diputados del Sinn Féin también se han aprovechado del sistema de subsidios parlamentarios pese a no ejercer en sus escaños. Estos diputados, entre los que está el líder, Gerry Adams, y el número dos, Martin McGuinness, reclamaron unos 347.000 euros en cinco años por el alquiler de casas. El escándalo también salpica a Tony Blair, quien pagó con dinero público intereses de una hipoteca .