Los socialistas ponen a prueba sus divisiones, y Sarkozy, su Gobierno

INTERNACIONAL

26 abr 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Las elecciones del 7 de junio se ven en Francia como un barómetro para medir la situación política gala y en concreto la del partido gobernante.

La conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP) de Nicolas Sarkozy pretende evitar unos malos resultados y para ello insiste en rechazar la entrada de Turquía en la UE y resalta sus acciones durante la presidencia europea (finalizó en el 2008). Defiende una Europa política fuerte, que proteja a los ciudadanos y que juegue su papel en la escena internacional. Por eso ya ha anunciado que el jefe del Estado se implicará al máximo. Tanto que colocó de número dos de Xavier Bertrand a la denostada ministra Rachida Dati. Todo un golpe de efecto. Sin haber hecho las listas, ya iniciaron la campaña, bajo el lema «La Europa que protege», y distribuirán 20.000 preservativos y 10.000 camisetas .

Para los socialistas de Martine Aubry, estos comicios son un test que le permitirá a la nueva secretaria general reafirmar su autoridad frente a Ségolène Royal. Y aunque los socialistas llegan a las urnas divididos y se consuelan diciendo que lo importante son las regionales del 2010, no se descarta que aparezcan juntas para obtener el mayor número de escaños de los 72 en juego y transformar el escrutinio en un voto anti Sarkozy. Mientras, los ultras del Frente Nacional intentarán frenar su debacle y el tándem Philippe de Villiers-Frédéric Nihous (Movimiento por Francia-Naturaleza y Tradición) apuesta por un voto protestatario de derecha. Los sondeos otorgan un 28% de intención de voto a UMP, y un 23% al PS.