El mapa latinoamericano se cubre de una izquierda ecléctica

Carlos G. Cano

INTERNACIONAL

El continente vive una etapa de clara orientación hacia el socialismo, pero con puestas en escena muy diversas

18 mar 2009 . Actualizado a las 02:00 h.

Dos días antes de las elecciones en El Salvador, el presidente electo, Mauricio Funes, ironizó en la presentación de una revista sobre la insistencia de los periodistas que, desde noviembre del 2007, cuando fue proclamado candidato, no han dejado de preguntarle si se sumará a la izquierda que representa Hugo Chávez, tal y como la derecha salvadoreña ha repetido hasta la saciedad, o si por lo contrario se inclinaría por la moderación de Lula da Silva.

Funes, que por su experiencia como comunicador domina la palabra como pocos, argumentó que El Salvador necesita su propia izquierda.

Pero no era la primera vez que se pronunciaba al respecto. En una entrevista reciente, un periodista de Univisión le preguntó hasta en tres ocasiones si considera a Chávez o a Raúl Castro dictadores. Funes, sin decir ni que sí ni que no, enfatizó que generalizar es poco apropiado, con lo cual dejó patente que ya habla más como un político que como un periodista.

Pero su eclecticismo no es nuevo en el panorama político latinoamericano. Tras la era de las dictaduras militares y las revoluciones socialistas, el continente vive ahora una etapa de clara orientación hacia la izquierda, liderada económica y mediáticamente por Hugo Chávez, en su faceta más radical, pero también por Lula, secundado por Gobiernos como el de Bachelet, en Chile, o Alan García, en Perú, con posturas más moderadas? y eclécticas.

Todos ellos son portadores del legado de la izquierda tradicional, pero algunos aplican políticas que distan muy poco de las que proponen sus adversarios.

México y Colombia, con Calderón y Uribe a la cabeza, son las excepciones que confirman la regla, pero no por ello capitalizan los gestos tradicionalmente propiedad de la derecha. El primer mandatario latinoamericano recibido por el nuevo presidente de EE.?UU., Barack Obama, no fue su vecino mexicano ni su gran aliado en la lucha contra el narcotráfico. Fue Lula. El mismo que hace solo unas semanas destacaba que en la obra de Karl Marx hay «recetas muy útiles» para salir de la crisis, aunque, eso sí, se abstiene de nacionalizar empresas, como está pasando en Venezuela, Bolivia o incluso en Argentina.

Diferencias evidentes

Tras conocer la victoria de Funes el pasado domingo, Medardo González, coordinador general del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, lanzó otra señal que apunta hacia el eclecticismo. González fue comandante guerrillero durante la guerra de El Salvador y representa al aparato histórico, partidario de estrechar los lazos con Cuba y Venezuela, y muy crítico, en su día, con el Tratado de Libre Comercio con EE.?UU.

Pero tras escuchar el llamamiento a la «unidad nacional» de Funes, González destacó a Perú como ejemplo reciente de «construcción política».

No es tarea fácil, hoy en día, colorear el mapa del espectro político latinoamericano. Las diferencias entre, por ejemplo, Daniel Ortega, Fernando Lugo y Michelle Bachelet son evidentes. Pero si hasta el ultraconservador El Diario de Hoy, de El Salvador, le pide a Funes que siga los pasos de Lula o del PSOE español de la transición, como hizo ayer, lo mejor que puede decirse de la izquierda latinoamericana es que es ecléctica.