Bush indulta a 14 condenados

Tatiana López

INTERNACIONAL

Entre ellos están tres narcos y varios evasores de impuestos, pero ninguno de los políticos que pidieron clemencia

26 nov 2008 . Actualizado a las 09:06 h.

George W. Bush indultó a catorce condenados cumpliendo con una tradición que inauguró en el siglo XVIII el general George Washington y que supone uno de los poderes más absolutos del sillón presidencial.

Aunque lo suyo no ha sido la compasión -tal como demuestra que de las 4.000 peticiones de clemencia hechas durante sus ocho años de mandato contestó tan solo a 171-, el republicano hizo hueco en su agenda y perdonó a un reducido grupo de delincuentes, que gracias a esta acción podrán a volver a disfrutar de derechos como la posibilidad de votar, el derecho a portar armas o poder de vivir en pisos de propiedad protegida.

Ningún político

Unos privilegios que a partir de la semana que viene podrán a empezar a disfrutar, entre otros, el cantante de rap y ganador de un Grammy, John E. Forte, condenado a 14 años por distribución de cocaína, así como otros dos traficantes de droga y varios evasores de impuestos, pero ninguno de los grandes nombres que en los últimos días habían tratado de ganarse el afecto del presidente. Más concretamente, figuras de la talla del congresista Randy Duke Cunningham, ex representante de California, así como el ex gobernador de Luisiana Edwin Edwards o el empresario Michael Milken, todos ellos procesados por casos de corrupción, quedaron fuera de la lista a pesar de sus esfuerzos. No obstante, aún podrían ser perdonados todavía de aquí al 20 de enero, cuando Bush pase el relevo a Barack Obama.

Precisamente, los llamados perdones de última hora es lo que más preocupa en un país con casos como el del Bill Clinton aún frescos en la memoria, y después de que el demócrata utilizara sus últimos días en la Casa Blanca para emitir más de 140 perdones, entre ellos uno para su propio hermano.

Y es que aunque el Departamento de Justicia del país recomienda que solo aquellas personas que hayan sido condenadas o liberadas hace cinco años sean elegibles para obtener un perdón, lo cierto es que la última responsabilidad reside en los presidentes. Con antecedentes además como el de Jimmy Carter, que antes de abandonar la oficina ofreció una amnistía general a todos aquellos soldados que se negaron a partir a Vietnam, no es de extrañar que muchos teman ahora que Bush aproveche esta circunstancia para eliminar responsabilidades en cualquier asunto relacionado con Guantánamo o el espionaje doméstico.

Una posibilidad que descartan los catedráticos de Derecho, ya que para ello el presidente tendría que mencionar tanto el nombre de la persona como el delito específico del cual se le exime. Y nadie cree que vaya a utilizar la palabra tortura.