«Tutú» era la voz de la conciencia

INTERNACIONAL

La abuela blanca era conservadora, le dio estabilidad y el ejemplo de que el esfuerzo tiene recompensa, pero también le mostró que había dos mundos de distinto color

05 nov 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Madelyn Lee Payne no quería que la llamaran abuela, y por eso su nieto, Barack Obama, se dirigía a ella con la palabra tut -un diminutivo de tutú, abuela en hawaiano-.

Madelyn había nacido en un pueblo de Kansas, en el corazón del Estados Unidos rural y conservador, y eso la marcó. Como después ella impregnó a su nieto de color, criándolo en los valores tradicionales de los blancos.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Madelyn trabajó en una fábrica de bombarderos de Boeing en Fort Leavenworth, y después del conflicto bélico se instaló con su marido Stanley y su hija Ann en Hawái.

En la biografía Obama: de la promesa al poder, de David Mendell, se desvela que Madelyn nunca vio bien que Ann, de 18 años, se casara con un keniano que había llegado a la isla con una beca, y más teniendo en cuenta que por entonces, 1960, las uniones interraciales estaban prohibidas en varios estados. De esa relación, al año siguiente nació Barack Obama, y no quedó más remedio que aceptarlo.

Cuando este tenía dos años, su padre se marchó. Ann se volvió a casar y se fue a Yakarta, donde el pequeño Barack conoció la miseria hasta los diez años.

Fue entonces cuando el niño mulato fue enviado con sus abuelos blancos a Hawái y comenzó la gran influencia de tutú. Los abuelos pagaron sus estudios en una escuela privada, frecuentada por la élite blanca, hasta que en 1979 se fue a la Universidad de Los Ángeles.

Tutú comenzó siendo secretaria y llegó a ser en 1970 vicepresidenta del Banco de Hawái. Su pequeño tomó nota: «Ella me enseñó lo que significa trabajar duro», dijo en agosto en la Convención Demócrata.

En su autobiografía, Los sueños de mi padre (1995), Obama relata que en su adolescencia descubrió el abuso del alcohol y de las drogas. Pero allí estaba tutú con su «mucho sentido común» para alejarlo de esos coqueteos.

En una de sus pocas declaraciones, la abuela dijo al Chicago Herald Tribune: «Supongo que yo le aporté estabilidad a su vida». En otra ocasión, el candidato demócrata recordó que «ella renunciaba a comprarse un coche o un vestido para permitirme tener una vida mejor».

Pero Madelyn Dunham también le propinó al adolescente un disgusto que no olvidará. A él le llamaba la atención que cuando iba por la calle y tenía que pasar al lado de un negro, la abuela cruzaba con el objetivo de evitarlo. También se preguntaba por qué la abuela no cogía el autobús para ir al trabajo.

Miedo a los negros

Tanta pregunta la resolvió el abuelo de un plumazo al confesarle que evitaba el transporte porque tenía miedo a ser molestada por un negro.

Así fue como el probable inquilino de la Casa Blanca descubrió el racismo en su propia familia. Esa confesión, admitió Obama, le dolió «como un puñetazo en el vientre».

Pero la abuela era la abuela aunque pronunciase frases raciales que le hicieron sentir una enorme vergüenza. Aún así, Madelyn quería a su mulato. Y en una entrevista en el 2004, cuando el nieto despuntaba, lo dijo claro. «Estoy preocupada por ti [Obama], espero que mantengas la cabeza sobre los hombros».

Tutú era como la voz de la conciencia. En el comunicado de su fallecimiento, Obama la describió como «la piedra angular de nuestra familia, y una mujer de logros, una fortaleza y una humildad extraordinarias».

La abuela materna de Obama sufría cáncer, pero antes de dejarlo huérfano -los padres ya murieron- le dejó el voto más importante. Sus funerales se oficiarán en una ceremonia privada y sencilla. Como era ella.