La Unasur blinda a Morales, frena a EE.UU. y fortalece a Brasil

Mauricio Weibel

INTERNACIONAL

17 sep 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

El respaldo que los nueve mandatarios sudamericanos agrupados en la Unasur brindaron ayer en Chile al presidente Evo Morales trascendió las fronteras bolivianas, enviando una clara señal a Estados Unidos de su menor influencia regional y consolidando a Brasil como actor hegemónico en el subcontinente.

La crisis entre el Gobierno boliviano y cinco gobernadores autonomistas no solo dejó la advertencia de que la partición de Bolivia puede ser «irreversible», como dijo el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza. Pendiente de sus intereses gasísticos, Brasil sostuvo que «no reconocerá a ningún Gobierno que quiera sustituir al Gobierno constitucional de Bolivia». Aún más, un asesor del presidente Lula pidió «una solución rápida», que resguarde los intereses de Brasil. Es decir, la seguridad energética, que fue cuestionada cuando grupos opositores cortaron el suministro de gas.

La propia presidenta Michelle Bachelet, al leer la declaración oficial, expresó el «rechazo» de la Unasur a las interrupciones en el abastecimiento. Por ello, y pese a las reticencias iniciales, Lula fue a Chile a firmar la declaración de la Unasur, en la que impuso la creación de una mesa de diálogo, el reconocimiento de la legitimidad del Gobierno de Morales y el rechazo a la fragmentación territorial del país, además de una no intervención directa como propugnaba Caracas.

Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y Ecuador, Rafael Correa, resaltaron que la acción de la Unasur marcará el futuro de la izquierda latinoamericana. El acuerdo incluye la creación de tres comisiones: una para el diálogo, otra asesorará al Gobierno boliviano y una tercera investigará la masacre en Pando.

Chávez no pudo imponer la idea de una intervención en Bolivia y EE.UU. fue el gran ausente. Pero los grandes perdedores fueron los opositores a Morales, que no lograron ni un gesto. En resumen, el apoyo a Morales lo fue también a la izquierda latinoamericana, y un golpe a EE.UU. aunque matizado por Brasil, que exigió que no haya comentarios fuera de tono contra Estados Unidos.