Lourdes domínguez: «Pasamos por Trípoli en un intervalo de calma en medio de los tiroteos»

INTERNACIONAL

La jugadora llegó ayer a su casa, agotada después de días de tensión y nervios en los que vio calles destrozadas, con miles de casquillos de bala tirados por todas partes

14 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

«Estoy camino de casa, acabo de aterrizar en Barcelona». La tenista pontevedresa Lourdes Domínguez ponía fin a media tarde de ayer a su huida de los combates del Líbano. «La cabeza todavía me da vueltas», confesaba por teléfono mientras desbrozaba su insólita experiencia de jugar un torneo mientras a unos 15 kilómetros, en Beirut, se liaban a tiros los milicianos chiíes y los seguidores del Gobierno prooccidental.

«Es algo que no me esperaba, desde aquí lo veo como una experiencia más, puedo decir que estoy aquí y hemos llegado bien», afirmaba agotadas, tras tres días sin dormir, y asimilando aún lo que ha pasado.

Unas doce horas antes, de madrugada, había salido de Damasco con destino a Madrid junto la catalana Eva Fernández y la canaria Marta Marrero, sus dos compañeras de odisea en la localidad costera de Jounieh disputando un torneo de la federación internacional.

El domingo, la embajada española puso en marcha el dispositivo para trasladarlas a Siria, después de que los tanques aparecieran a la puerta del hotel Madison, donde se alojaban pese a que la localidad de Jounieh es una zona tranquila donde no se ha disparado ni un solo tiro. La ruta escogida pasaba por Trípoli hacia la frontera norte, ya que la ruta más corta, por el este, estaba cortada.

«Fue un viaje tenso con muchos nervios. El momento más delicado fue cuando tuvimos que pasar por Trípoli, donde hacía unas horas que se habían producido tiroteos. Nos llamaron de la embajada para informarnos de que había un intervalo de calma y que podíamos pasar», explica.

La carretera que conduce a Damasco pasa por el mismo centro de esa ciudad portuaria. «Vimos las calles destrozadas -afirmaba todavía impresionada-, miles de casquillos de balas tirados por todas partes, y muchos tanques y militares».

Lourdes, Marta y Eva viajaron en una furgoneta en la que iban otras seis personas -su entrenador, otras dos jugadores y dos jueces de silla-, con la escolta de guardias civiles españoles que iban delante en dos coches. Hicieron varias paradas, a causa de los controles militares que se encontraron.

Tras unas cuatro horas de viaje llegaron a la frontera y tras pasar la aduana, la furgoneta hizo su ruta sin escolta hasta Damasco, donde aguardaron un día entero hasta que pudieron tomar un avión. «Las tenistas rusas estuvieron bloqueadas a causa de los visados, nosotras estuvimos una hora y media», señala.

Durante su estancia en Jounieh, zona cristiana, las tres tenistas pasaron de la inquietud a la preocupación. «Los organizadores del torneo estaban muy nerviosos -comenta-, ya que pasaban los días y veían que no nos podíamos ir. En todo momento nos decían qué hacer».

En cuanto a lo que pudieron percibir de los libaneses, Lourdes explica que «la gente del país está muy acostumbrada a este tipo de crisis, pero el viernes fue el momento más delicado; intuíamos que la cosa no pintaba bien. Las calles estaban desiertas, no había gente».

Entonces, «el torneo pasó a un segundo plano, lo importante era salir de allí». El sábado ganó por la mañana la semifinal a la ucraniana Veronika Kapsha y «dos horas después estaba disputando la final» con la británica Anne Keothavong. El cansancio y la tensión pudo con ella y terminó entregando el torneo a su rival. Marta Marrero señaló a su llegada que el próximo año no volverá al país de los cedros.

En Barcelona, donde reside y se entrena, quiere «descansar y tranquilizarme un poco de lo que pasó; la cabeza aún me da vueltas». La próxima semana partirá a París para participar en el Roland Garros. Más relajada tras encontrarse horas después con la fotógrafa de la Voz reflexionaba sobre su experiencia : «No te esperas nunca encontrarte en una situación así».