Otra batalla por Beirut

Ángela Rodicio

INTERNACIONAL

10 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Una vez, en la mansión familiar de los Jumblatt, líderes históricos de los drusos libaneses, en las montañas del Chuf, me sirvieron un café. Era tan agrio que pedí azúcar. «El café Jumblatt se toma sin azúcar», me hicieron saber, espantados. La actual batalla por Beirut dio comienzo el miércoles cuando el último dirigente de esa saga, Walid, exigió el desmantelamiento de la red de comunicaciones de Hezbolá y la destitución del general Wafiq Shuqair como jefe de seguridad del aeropuerto.

Hezbolá consideró esas exigencias una declaración de guerra y sus milicias, famosas por haber provocado la retirada del Ejército israelí del sur del Líbano el 25 de mayo del 2000, fueron tomando Beirut. Incluido su barrio occidental: la cornisa que bordea el Mediterráneo, o la calle Hamra, donde se hallan tiendas y locales de moda de la ciudad martirizada en la guerra civil de 1975 a 1990.

Sin presidente desde noviembre, y sin posibilidades de llegar a un acuerdo para nombrar al favorito, el general Michel Suleimán, para el cargo, todos temen un regreso a los enfrentamientos que causaron 150.000 muertos.

Reuniones urgentes en Damasco, con Qatar como mediador; en El Cairo, de todos los ministros de Exteriores de la zona, estudian cómo volver al statu quo anterior. Cómo volver a negociar, en vez de enfrentarse a tiros en las calles.

Saad Hariri, jefe del bloque gubernamental -apoyado por Occidente, Arabia Saudí y Egipto-, ha pedido que Hezbolá -con Irán y Siria detrás- retire a sus hombres de las calles. Hezbolá arguye que sus sistemas de escuchas no son ilegales, ni de espionaje, sino armas de la resistencia contra Israel.

Analistas árabes escriben que EE.?UU., ante la imposibilidad de lanzar una guerra contra Irán, habría decidido dirimir en el escenario libanés las diferencias irreconciliables con los radicales de la zona.