Bush gana a Nixon y ya es el presidente peor valorado de la historia moderna de Estados Unidos

Tatiana López

INTERNACIONAL

03 may 2008 . Actualizado a las 02:00 h.

Cinco años, 4.000 muertos y miles de millones de dólares después de comenzar la guerra de Irak, el presidente de EE.UU., George W. Bush, se ha convertido en el peor valorado de la historia moderna de su país, según una encuesta publicada ayer y realizada por la cadena de televisión CNN.

El estudio, para cuya elaboración fueron entrevistados en dos días más de mil adultos, muestra también que al menos un 71% de la población estadounidense rechaza en estos momentos las políticas de su presidente, una impopularidad que supera incluso a la ostentada por Nixon poco antes de su renuncia.

Con unos niveles de aprobación cercanos sin embargo al 28%, Bush, que ayer conseguía regresar a la lista de la revista Time como una de las cien personas más incluyentes del mundo, logra situarse por encima de muchos de sus predecesores, «como Harry Truman o Jimmy Carter, quienes, aunque nunca alcanzaron unos niveles de reprobación cercanos al 70%, abandonaron la oficina con apenas un 22% y un 24% de apoyo, respectivamente», en palabras de Keatin Holland, director del centro de estudios de la CNN.

Guerras impopulares

La encuesta, que fue realizada en colaboración con la prestigiosa consultora Pew, recoge además un descenso histórico en el apoyo a la guerra de Irak, con tan solo un 30% de la población secundando en estos momentos la invasión, mientras que menos de un 40% sostiene esperanzas en la resolución del conflicto.

La guerra es considerada además el talón de Aquiles de la Administración republicana, cuyos dirigentes se retractaron hace poco de su inicial optimismo tras la invasión de Bagdad.

No es la primera vez, sin embargo, que un conflicto bélico complica las cosas a un inquilino del Despacho Oval.

Con el precedente de Lyndon Johnson, quien en 1964 consiguió bajar su aceptación popular del 74% al 34% por culpa de la guerra de Vietnam, también presidentes como Henry Truman y George H. Bush vieron mermado su tirón entre el electorado tras dar el visto bueno a las intervenciones en Corea e Irak, respectivamente.