Este siniestro se produce cuando aún no han transcurrido seis meses desde que un Antonov 26 de una compañía privada congoleña se estrelló, el pasado 4 de octubre, contra un barrio popular de la capital, Kinshasa, causando al menos 50 muertos y 32 heridos.
Ese accidente desencadenó la destitución del ministro de Transportes por «incompetencia», pero no se tomaron medidas para reformar el sector aeronáutico en el país, cuya flota está formada esencialmente por aparatos vetustos de fabricación soviética que suelen volar sin respetar las leyes de la aviación civil.