En inmigración, se comprometieron a fortalecer los controles en las fronteras y a promover un nuevo pacto en esta materia durante la Presidencia francesa de la UE, en el segundo semestre de este año.
Falta de consenso
A pesar del clima de entendimiento, no hubo coincidencias en todas las materias tratadas: mientras Brown aseguró que no boicoteará la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín, Sarkozy volvió a dejar la puerta abierta al señalar que se reserva el derecho a hacerlo, en función de los acontecimientos en el Tíbet.
Pese a la trascendencia histórica y política que ambos líderes dan a la visita de Estado del presidente francés, la primera en doce años, en muchos medios de comunicación británicos era su esposa, Carla Bruni, a quien se ha llegado a bautizar como la nueva Diana, la que seguía protagonizando la información.
Desde los trajes vestidos por la ex modelo hasta su presencia en las reuniones oficiales, pasando por la atracción que pareció despertar entre los hombres, desde el príncipe Carlos hasta el duque de Edimburgo, pasando por el propio Brown, ha sido objeto de comentario.
Hasta en la rueda de prensa conjunta se trató el tema Bruni, con un Sarkozy que se confesó «profundamente conmovido» por el tratamiento dado a su esposa: «Estoy orgulloso de que la gente la haya visto por lo que es realmente».
Todo un baño de multitudes el que los Sarkozy se han dado en el Reino Unido y un balón de oxígeno para la maltrecha popularidad que tiene en casa el presidente galo, mientras los observadores británicos analizan qué ventajas espera obtener Brown de esta nueva entente cordial.