Brown y Sarkozy inauguran una nueva era de cooperación franco-británica

Efe

INTERNACIONAL

La nueva relación establecida por el primer ministro británico y el presidente francés puede dar otro rumbo a la política europea.

27 mar 2008 . Actualizado a las 21:56 h.

El primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, y el presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, inauguraron hoy en Londres una nueva era de cooperación franco-británica que puede dar otro rumbo a la política europea, al tiempo que muchas miradas seguían cada paso de Carla Bruni.

Si Sarkozy pidió el miércoles ante las dos cámaras del Parlamento británico una nueva «hermandad» entre ambos países, hoy Brown no se quedó atrás al definir la nueva relación como la «entente formidable».

Ese nuevo enfoque se concretó en la declaración conjunta emitida al término de la cumbre bilateral y en la rueda de prensa de los dos mandatarios, que abogaron por «fortalecer y profundizar» las relaciones en una amplia gama de asuntos, desde la lucha contra el cambio climático a Afganistán.

«No es simplemente un rollo de una noche. Creo que podemos quedarnos al desayuno del día siguiente», ironizó Sarkozy, al ser preguntado si la cercanía mostrada durará más allá de la visita de Estado, de dos días y que concluye hoy.

Entre las áreas en las que los dos países quieren profundizar su cooperación figura la energía nuclear.

El Reino Unido desea aprovechar la experiencia técnica de Francia en ese tipo de energía, que en ese país supone el 80% del total, mientras que a algunas empresas francesas les interesa entrar en el mercado británico.

Los dos mandatarios acordaron, asimismo, promover una mayor cooperación entre las instituciones financieras para prevenir futuras crisis, como la que actualmente afecta a los mercados.

Abogaron, asimismo, por reformar el Consejo de Seguridad de la ONU y el G-8 (el grupo de los siete países más industrializados y Rusia) para «reflejar la emergencia de nuevos jugadores en la economía global», como la India, Brasil o México.

Sarkozy, quien sustituyó a Jacques Chirac en mayo pasado en la Presidencia francesa, también apostó por que el Reino Unido desempeñe un papel mayor en la Unión Europea (UE).

«Necesitamos a los británicos para conseguir que Europa se mueva», dijo tras la reunión celebrada en el estadio de fútbol del Arsenal, modelo de integración franco-británica por ser un club londinense entrenado por un francés y en el que militan varios jugadores galos.

Ambos países expresaron su voluntad de seguir comprometidos con Afganistán el tiempo que sea necesario para lograr la estabilidad y de promover la paz en la región sudanesa de Darfur.

Asimismo, acordaron nuevas medidas antiterroristas, entre ellas el control del tráfico rodado en el túnel del Canal de la Mancha para combatir el terrorismo con armas nucleares.

En inmigración, se comprometieron a fortalecer los controles en las fronteras y a promover un nuevo pacto en esta materia durante la Presidencia francesa de la UE, en el segundo semestre de este año.

Falta de consenso

A pesar del clima de entendimiento, no hubo coincidencias en todas las materias tratadas: mientras Brown aseguró que no boicoteará la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de Pekín, Sarkozy volvió a dejar la puerta abierta al señalar que se reserva el derecho a hacerlo, en función de los acontecimientos en el Tíbet.

Pese a la trascendencia histórica y política que ambos líderes dan a la visita de Estado del presidente francés, la primera en doce años, en muchos medios de comunicación británicos era su esposa, Carla Bruni, a quien se ha llegado a bautizar como la nueva Diana, la que seguía protagonizando la información.

Desde los trajes vestidos por la ex modelo hasta su presencia en las reuniones oficiales, pasando por la atracción que pareció despertar entre los hombres, desde el príncipe Carlos hasta el duque de Edimburgo, pasando por el propio Brown, ha sido objeto de comentario.

Hasta en la rueda de prensa conjunta se trató el tema Bruni, con un Sarkozy que se confesó «profundamente conmovido» por el tratamiento dado a su esposa: «Estoy orgulloso de que la gente la haya visto por lo que es realmente».

Todo un baño de multitudes el que los Sarkozy se han dado en el Reino Unido y un balón de oxígeno para la maltrecha popularidad que tiene en casa el presidente galo, mientras los observadores británicos analizan qué ventajas espera obtener Brown de esta nueva entente cordial.