El presidente venezolano culpa de la derrota a sus asesores y asegura que le mintieron al informarle del triunfo del sí

J. Á. Fariñas

INTERNACIONAL

05 dic 2007 . Actualizado a las 00:33 h.

En la tarde noche del pasado domingo, a medida que transcurría el tiempo desde el cierre de los colegios electorales sin que se diese a conocer la participación ni los resultados de sondeos a pie de urna, iba aumentado la perplejidad de los venezolanos por el silencio de Hugo Chávez.

La sorpresa era mayor teniendo en cuenta que, al menos por la mañana, la afluencia a las urnas había sido más bien escasa, lo que según los pronósticos favorecía al sí propugnado por el presidente. El misterio empezó a desvelarse parcialmente ayer, cuando se supo lo ocurrido en Fuerte Tiuna, el cuartel general de las Fuerzas Armadas.

Allí, a partir de las siete y media de la tarde del domingo, según informa Hernán Lugo-Galicia en su crónica de ayer en el diario El Nacional, Chávez se reunió con el alto mando militar y dijo que iba a esperar al cien por cien de los resultados para reconocer su derrota.

En esa reunión en la que Chávez estaba escoltado por el ministro de Telecomunicaciones, Jesse Chacón; el gobernador de Miranda, Diosdado Cabello; el diputado José Albornoz, Miguel Pérez Abad y cuatro oficiales, un general se levantó y, tras expresar su respeto al comandante en jefe, le advirtió que la Fuerza Armada no saldría a reprimir a la población.

Argumentó, según esta información, que esperar a los resultados totales podría implicar cuatro días de zozobra y, por tanto, de protestas. «Este país no aguantaría esos días de agitación», le advirtieron.

Dicen que Chávez observó a los presentes y que se hizo un silencio. «Me mintieron, me engañaron», parece que le recriminó a su fiel gobernador de Miranda, porque el Comando Zamora el grupo encargado de la campaña que preside el propio Cabello reportó constantemente el triunfo del sí, mientras que los informes de la Dirección de Inteligencia Militar decían lo contrario.

Con este panorama y con las noticias que le llegaban de Maracay de los militares fieles al ex ministro de Defensa, Raúl Baduel, un Chávez iracundo, incrédulo ante la primera derrota política en nueve años se ató los machos y cinco horas después reconoció su derrota.