El Ejército británico abandona Irlanda del Norte

Peter McCarthy

INTERNACIONAL

30 jul 2007 . Actualizado a las 02:00 h.

BELFAST | Con el cese del apoyo del Ejército británico a la policía de Irlanda del Norte, mañana se pondrá fin a una era y a una relación repleta de avatares con la población nacionalista irlandesa en la provincia administrada por Gran Bretaña.

El papel oficial del Ejército británico, en su misión conocida como Operación Bandera, que comenzó en 1969, consistía en apoyar a la policía en la defensa contra el terrorismo y el mantenimiento del orden público, así como «apoyar el objetivo del Gobierno de Su Majestad de devolver Irlanda del Norte a la normalidad». A partir del próximo miércoles ya no habrá más que 5.000 soldados en 14 bases que con el tiempo se reducirán a diez, explicaron militares británicos. El contraste con 1972 es evidente, cuando había unos 27.000 militares británicos desplegados en la provincia. Las patrullas y controles militares fueron una vez comunes en las calles y carreteras de Irlanda del Norte, pero en el futuro está previsto que el personal británico permanezca en sus puestos, a menos que la policía requiera de su ayuda. Otra parte del proceso de normalización fue el desmantelamiento de las torres y puestos de observación y control en lo alto de las colinas, así como de tres batallones del Regimiento Real Irlandés que se encontraban destacados de forma permanente. Más de 300.000 militares británicos sirvieron en Irlanda del Norte durante la operación del Ejército británico más duradera que ahora llega a su fin. En total, 651 soldados perdieron la vida en ataques terroristas y más de 6.000 resultaron heridos. Pero el fondo del asunto se remonta a 1922, cuando la mayoría de Irlanda obtuvo su libertad del dominio británico tras una campaña guerrillera. Sin embargo, seis condados del norte con una mayoría unionista protestante y probritánica permanecieron bajo administración de Londres. Durante medio siglo se extendió la discriminación sistemática contra la minoría nacionalista católica en Irlanda del Norte, hasta que a finales de los años sesenta los católicos comenzaron a protestar pidiendo igualdad de derechos. La tensión fue en aumento hasta sumir a la provincia en la violencia. El Gobierno británico ordenó al Ejército la incursión en las calles norirlandesas en 1969 para proteger a los católicos de ataques sectarios y para apoyar al RUC, predecesor de la Policía de Servicio de Irlanda del Norte (PSNI).

Domingo sangriento

Al principio la población nacionalista de Irlanda del Norte saludó la llegada de las fuerzas británicas, creyendo que la protegería de los ataques de extremistas protestantes. Sin embargo, el comienzo de la campaña terrorista del IRA y la dura respuesta del Ejército, con sucesos como el domingo sangriento de 1972, cuando el Ejército mató a disparos a 26 civiles en Derry, agrió la relación.

En ningún lugar el Ejército británico era menos bienvenido que en el nacionalista South Armagh, conocido como «El país de los bandidos» por el número de ataques que hubo allí contra las tropas británicas y el RUC. En las áreas de Crossmaglen y Forkhill, 108 funcionarios de seguridad fueron asesinados durante tres decenios de campaña del IRA. Entonces, 30 torres de observación se erigieron a mediados de los ochenta. Sin embargo, la situación se transformó en los últimos años. Con la restauración, a comienzos de mayo, en Belfast, del Gobierno de unidad que comparten los hasta la fecha encarnizados rivales católicos y protestantes, más el fin de la campaña de terrorismo del Ejército Republicano Irlandés (IRA), Irlanda del Norte parece firme en su camino hacia la normalidad. La desmilitarización de Irlanda del Norte es un proceso que comenzó con el primer alto el fuego del IRA declarado en septiembre de 1994. Aunque se rompió en febrero de 1996, volvió a recuperarse en julio de 1997 y el IRA abandonó las armas. El Acuerdo de Viernes Santo entre unionistas y nacionalistas en abril de 1998 sentó las bases del reparto de poder. El anuncio del Sinn Féin, el ala política del IRA, en enero de que apoyaría a la PSNI fue la pieza final del puzle político y preparó el camino para que el Sinn Féin y el DUP, el mayor partido unionista, compartieran el poder en la región.