Desfile de jefes de Estado para la investidura de Michelle Bachelet

Robert Mur ENV. ESPECIAL | VALPARAISO

INTERNACIONAL

ENRIQUE MARCARIAN

Las reuniones bilaterales, como la de Rice y Morales, marcaron la histórica cita en Valparaíso El Príncipe encabezó la delegación española que asistió a la emotiva despedida de Lagos

11 mar 2006 . Actualizado a las 06:00 h.

Por primera vez un país sudamericano tiene una mujer como jefa de Estado. En una emotiva ceremonia, la socialista Michelle Bachelet, médica de 54 años, se convirtió ayer en presidenta de Chile. No obstante, la emoción ambiental se vivió sobre todo alrededor del mandatario saliente, Ricardo Lagos, que tras seis años en el gobierno ha logrado un récord en apoyo ciudadano: el 75%. En cuanto Lagos ingresó al Salón de Honor del Congreso todos los presentes se pusieron en pie y aplaudieron con intensidad durante varios minutos. Poco antes, el ex presidente Eduardo Frei (1994-2000) se había convertido en presidente del Senado. Frei recibió la banda presidencial de Lagos y la entregó a Bachelet, que también fue aclamada. Tras un intenso abrazo entre ambos -que equivalía al primer relevo en la historia chilena entre dos jefes de Estado socialistas-, Lagos abandonó la sala escoltado por todos sus ministros y, de nuevo, entre cerrados aplausos. Sin discursos de por medio, Bachelet tomó juramento a sus nuevos ministros y abandonó el Congreso. La nueva presidenta se dirigió entonces en un descapotable hasta el palacio presidencial de la vecina localidad de Viña del Mar, donde ofreció una comida a sus invitados, entre los que se encontraban la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, el boliviano Evo Morales, el venezolano Hugo Chávez o el brasileño Lula da Silva. Ya por la tarde, Bachelet -que ejercerá su cargo durante los próximos cuatro años- regresó a Santiago y saludó a los ciudadanos desde un balcón del Palacio de la Moneda. La delegación española estuvo encabezada por el Príncipe Felipe, que llevaba una corbata negra en recuerdo de las víctimas del 11-M. Como invitados especiales también estuvieron el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, y el lendakari Juan José Ibarretxe. El acto fue aprovechado por varios líderes para mantener reuniones bilaterales. La más destacada se produjo en el mismo Congreso, poco antes de iniciarse la ceremonia. Durante 20 minutos, Rice y Morales se reunieron por primera vez, en un ambiente muy distendido. A la salida, la estadounidense destacó que era «un gran día para las mujeres de todo el mundo», pero no quiso referirse al contenido del encuentro con Morales, quien le regaló un charango, instrumento típico de las etnias altiplánicas. El boliviano se limitó a hablar de un simple «saludo protocolario», pero luego trascendió que habían tocado el espinoso tema de los cultivos de coca. La visita de Morales a Chile es histórica teniendo en cuenta que ambos países no tienen relaciones diplomáticas. El boliviano se reunió con Bachelet con talante conciliador y se refirió a ella diciendo que «hablar de la mujer, la compañera, es hablar de la igualdad, de la justicia». El mandatario también regaló un charango a la presidenta. De hecho, Morales ha regalado a diestro y siniestro este pequeño instrumento, como simpática manera de reivindicar el origen boliviano del charango, después de que recientemente Lagos regalara uno a Bono, líder de U-2. Pacto Argentina-Uruguay Mientras no quedó constancia de ningún gesto amistoso entre Rice y Chávez, sí que fue fructífero un encuentro entre los presidentes de Argentina y Uruguay, Néstor Kirchner y Tabaré Vázquez, que llegaron a un acuerdo para desbloquear el conflicto por las papeleras que se construyen en territorio uruguayo. Pedirán a las empresas que durante 90 días paralicen la construcción, y a los ambientalistas argentinos que cesen los cortes en los puentes internacionales, mientras se realiza un estudio de impacto ambiental.