Petrosur, el germen de una futura Unión Latinoamericana

INTERNACIONAL

Detrás de las reivindicaciones de nacionalización del gas y del petróleo en los Andes planea el proyecto de crear una gran empresa petrolera pública en el continente

24 jun 2005 . Actualizado a las 07:00 h.

Donde Simón Bolívar fracasó Hugo Chávez quiere triunfar. El sueño del Libertador de la América andina era crear un gran país que integrara los actuales territorios de Venezuela, Ecuador, Colombia, Panamá, Perú y Bolivia. Sus armas, la espada y la palabra, no fueron suficientes. Pero el presidente venezolano tiene un instrumento mucho más poderoso para sentar las bases de esa gran nación: el petróleo. Y quiere usarlo. El modelo a seguir es la UE. El germen de la Unión Europea fue la Comunidad del Carbón y del Acero, el de la Unión Latinoamericana será Petrosur. El proyecto liderado por el presidente venezolano es crear una gran empresa petrolera pública integrando a las compañías estatales sudamericanas que operan en el sector de los hidrocarburos. No es una quimera, la primera piedra de la iniciativa ya está colocada y se llama Petrosur, un organismo que han fundado las petroleras de Brasil (Petrobras), Argentina (Enarsa) y la todopoderosa PDVSA de Venezuela. Chávez bautizó inicialmente su propuesta como Petroamérica, ya que su idea es que la gran petrolera estatal latinoamericana se abra también a los países del Caribe y del norte del continente, como México, que al igual que Venezuela es uno de los mayores productores del mundo. Sin embargo, Brasil y Argentina, siempre recelosos con el cada vez mayor protagonismo del mandatario bolivariano en la región, obligaron a cambiarlo por el de Petrosur para vincularlo al Mercosur ?al que Chávez quiere sumarse? e intentar así ejercer mayor control sobre una iniciativa de enorme futuro y halagüeñas perspectivas. La idea ha seducido a muchos sectores políticos y sociales en los Andes y ha catalizado las reivindicaciones de nacionalización de los hidrocarburos que lideran los movimientos indígenas y de izquierda en Bolivia y Ecuador. Bolivia había participado en las conversaciones previas a la creación de Petrosur, pero se cayó del club de los socios fundadores por su crisis política. Tendrá que esperar a que se celebren las elecciones. Si triunfase el Movimiento al Socialismo (MAS) de Evo Morales el país no sólo nacionalizaría los hidrocarburos ?por tercera vez en su historia?, sino que entraría en Petrosur y se sumaría a Hugo Chávez en la idea de hacer de esta entidad el instrumento para lograr la integración política y la independencia económica de Latinoamérica. Ecuador está en la misma situación, con un gobierno de transición y con poderosos movimientos populares que exigen que la industria del petróleo se nacionalice. El recién destituido mandatario, Lucio Gutiérrez, llegó a firmar con Venezuela un acuerdo energético en el que por primera vez se habló de cooperación entre sus dos compañías estatales, Petroecuador y PDVSA, y en el que incluso se mencionaba que ambos países fomentarían el proyecto Petroamérica. En la práctica, Gutiérrez continuó entregando el negocio a las petroleras extranjeras y ese fue uno de los motivos por los que perdió el apoyo popular y ha acabado exiliado en Brasil. ¿Qué supondría para Latinoamérica contar con esa gran petrolera estatal? Decir, como Hugo Chávez, que Petrosur es «el arma de liberación de nuestros pueblos» es quizá exagerado, pero no lo sería señalar que supondría una auténtica revolución en la industria de los hidrocarburos. Hasta ahora, las propuestas de nacionalización del sector en Bolivia y otros países de los Andes chocaban con un argumento irrefutable: el Estado carece de los fondos y los medios como para desarrollar por sí mismo la industria energética, debido a sus elevados costos y a las enormes exigencias de inversión. Petrosur solucionaría ese problema. Unidas, las petroleras estatales latinoamericanas dejarían de competir entre ellas, invertirían conjuntamente en exploración, explotación y comercialización de petróleo y gas natural en un momento en el que el precio del barril ronda los 60 dólares. El oro negro se convertiría así en el dinamizador social y económico de la región en lugar de seguir engordando las cuentas de empresas extranjeras.