Argelia impulsa un Código de la Familia que mantiene la poligamia y la obediencia de la mujer al marido

David Alvarado RABAT

INTERNACIONAL

01 mar 2005 . Actualizado a las 06:00 h.

Varios meses después de que el presidente de Argelia, Abdelaziz Buteflika, anunciase sus intenciones reformistas y tras arduos debates en el seno de la sociedad, el Consejo de Ministros ha dado su visto bueno al anteproyecto de ley para la reforma del Código de la Familia. Tras su aprobación gubernamental ya sólo falta su adopción por la Asamblea Nacional (parlamento), lo cual es sólo un mero trámite. El viejo texto, que data de 1984, era denominado por muchas militantes de los derechos de las mujeres como el «código de la infamia» y se caracterizaba por su conservadurismo. Entre «los deberes de la esposa» se encuentran, principalmente, la debida obediencia al marido, el proporcionarle descendencia, el cuidar y educar a los niños, así como respetar a los padres y familiares del cónyuge. La diferencia entre sexos es grande si comparamos esto con, por ejemplo, los argumentos que una mujer podrá esgrimir para solicitar el divorcio, que se limitan a dos: la invalidez sexual del consorte y la ausencia continuada de este durante más de un año. Uno de los puntos más controvertidos de este anteproyecto es el mantenimiento de la figura del wali o tutor de la mujer, necesario para la conclusión del contrato de matrimonio y que suele ser, normalmente, el padre o el hermano de la misma. Si ésta no tuviese tutor, será un juez el encargado ejercer este papel. «Es como si fuésemos toda la vida menores de edad», declara una militante feminista. Se mantiene, además, la poligamia, permitiéndosele a un hombre el matrimonio hasta con cuatro mujeres, aunque ahora se establece un límite y este reside en la necesidad del consentimiento previo de la esposa, verificado este ante un magistrado. Avances Entre los avances podemos señalar que se nivela la edad mínima para el matrimonio, que ahora queda establecida en los 19 años para hombres y mujeres, siendo antes los límites de 21 años para los primeros y de 18 para las segundas. Un punto sobre el que no ha habido demasiada controversia, dada la trágica situación de muchas mujeres en este país, es el tema de las obligaciones del marido que se divorcia o bien que repudia a su mujer. La situación normal era que la mujer se quedase en la calle con sus hijos, sin ningún tipo de amparo. Según la actual reforma, se prescibe la obligatoriedad de que el marido asegure el alojamiento de sus hijos menores, que permanecen bajo la custodia de la madre. Mientras los islamistas no ocultan su satisfacción al considerar que se continúa respetando la sharia (ley islámica), para las feministas, algunas de las cuales propugnaban directamente la abrogación del código, la reforma es muy poco ambiciosa. Se habían creado unas expectativas demasiado grandes y ahora los cambios se antojan «demasiado timoratos». Para ellas no cabe duda que, con respecto a sus vecinos magrebíes, Argelia se mantiene a la cola, por lo que a sus derechos se refiere.