Cartoneros, los nuevos argentinos

Carlos Álvarez Teijeiro BUENOS AIRES | CORRESPONSAL

INTERNACIONAL

DIEGO GIUDICE

Un millón y medio de personas viven en el país austral con menos de un euro al mes y más de 155.000 subsisten con lo que encuentran en la basura

11 ago 2002 . Actualizado a las 07:00 h.

En el invierno austral anochece a las 6 de la tarde. Y Buenos Aires se llena de frío y sombras. Familias enteras, niños descalzos, jóvenes madres dando todavía el pecho a criaturas envueltas en harapos. Llegan a miles, en trenes sin asientos, en camiones destartalados, empujando carros de supermercado, como un ejército de fantasmas. Vienen en silencio, a revolver la basura, a vender lo que encuentren, a comer lo que valga la pena. Más de 155.000 personas viven en Argentina de lo que encuentran en la basura. Un domingo cualquiera hay 800.000 bolsas de desperdicios en las aceras porteñas. A diferencia de lo que ocurre en muchas otras grandes ciudades del mundo, en Buenos Aires no hay contenedores de basura ni existe un sistema pensado para distinguir los distintos residuos. Todo se acumula en las mismas bolsas negras, depositadas en la calle por los porteros de los edificios. Los cartoneros saben que el tiempo apremia, que pronto llegarán los camiones municipales, que el trabajo debe hacerse en silencio, sin perturbar a los vecinos, sin ensuciar. La madre, sentada en el portal, da el pecho. Otra mujer la acompaña, sin perder de vista al resto de los críos, ninguno de los cuales tiene más de diez años. El 11 de agosto es un domingo especial en Argentina, el Día del Niño. Y los niños abren con cuidado las bolsas de basura, las palpan casi a ciegas y extraen con rostro de alegría infantil cartones, botellas, latas de cerveza, papeles usados. «Todo suma. Un kilo de papel es mucho dinero. Sí, hay que tener cuidado. Los niños se han pinchado con jeringuillas varias veces, y yo también. Pero es eso o comer». El padre no busca papel. Tiene seis hijos, y con el papel no basta. Espera a la puerta del restaurante, y cerca de las doce de la noche revuelve hasta encontrar restos de carne de parrilla. «No están malos. Los lavo bien con lejía, y con esto comemos dos o tres días, haciendo sopa o un puchero». En Argentina, el «granero del mundo» tras la Segunda Guerra Mundial, ya mueren niños por desnutrición. La guerra del papel La pasada semana se conocieron nuevas cifras oficiales sobre la pobreza entre los menores de 18 años, que afecta a 8.600.000 personas. Un millón y medio de argentinos viven con menos de un euro al mes. En diciembre del 2001, el número de pobres menores de 18 años ascendía a 7 millones y en 1998 era de 5.700.000 personas. «Antes era más fácil, pero ahora es una guerra entre pobres. Los porteros de los edificios sacan los periódicos de la basura antes de que lleguemos y nos los venden. Saben que el papel de periódico es de lo más buscado». La niña solloza, con vergüenza, ante la cámara de televisión. No sabe cómo responder a la pregunta, pero termina diciendo que sí, que es verdad, que ella y sus compañeros se desmayan a veces en clase. «Es que paso varios días sin comer».